Salamanca.-Los paisajes y túneles del olvido

NORTEDECASTILLA* : «Este territorio de frontera sueña con salir de la brecha de su aislamiento y traspasar el umbral de la modernidad». Eran las orgullosas palabras de la prensa salmantina en diciembre de 1887 cuando, tras innumerables esfuerzos, se daba por inaugurada la línea férrea entre Boadilla-La Fuente de San Esteban y la localidad portuguesa de Barca D'Alva. Un espectacular trazado que apenas un siglo después fue cerrado por falta de viabilidad económica y que, desde entonces, permanece en el olvido y el deterioro progresivo a la espera de que sustancie alguno de los muchos planes y proyectos para su recuperación con fines turísticos. Lo cierto es que estos días la línea férrea acaba de cumplir su primer cuarto de siglo como vía muerta. El Real Decreto aprobado en septiembre de 1984 condenaba al trazado desde los primeros días del año siguiente a entrar en un abandono, en apariencia irreversible, del que ni siquiera lo ha podido salvar por el momento la declaración en 2000 por parte del entonces Ministerio de Educación y Cultura como Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. Desde entonces, distintos proyectos han tratado de incluir la conocida como línea férrea de La Fregenda, ya que esta era la última estación antes de la frontera en el muelle de Vega Terrón, en algún plan de recuperación y dinamización turística de la zona

Primero, la Diputación de Salamanca contempló la posibilidad de una Vía Verde de senderismo, aprovechando las posibilidades del parque natural Arribes del Duero.
El desacuerdo social en la zona llevó a descartar esta solución y desde hace años el debate ya no se centra sobre el posible modelo de aprovechamiento de la infraestructura -solo se piensa ya en un tren turístico que use un convoy que se asemeje a los de principios del siglo XX-, sino en cómo financiarlo.
El problema, según destaca la asociación Caminos de Hierro, es que «la falta de mantenimiento de los puentes ha originado la corrosión de algunos elementos y la pérdida de barandillas y traviesas».
Es decir, para recuperar la transitabilidad de máquinas de tren sería necesaria una cuantiosa inversión. La Diputación salmantina cuenta con un proyecto que eleva a 20 millones la restauración solo del último tramo, 17 kilómetros en los que se encuentran los elementos arquitectónicos más singulares y la más espectacular secuencia de túneles y puentes en pleno Arribes.
Sin embargo, la Junta calcula que serían necesarios no menos de 80 millones para garantizar la recuperación de toda la vía hasta Portugal. Una ingente inversión para la que se piensa en «programas europeos de cooperación» sin concretar.
Permanece a la espera de este modo una auténtica catedral de piedra y hierro realizada en el siglo XIX y que todavía hoy asombra al permitir contemplar el prodigioso atrevimiento y el alarde de ingeniería que permitió superar siglos de recelos mutuos y comunicar España y Portugal con una empresa de dimensiones titánicas que fue abriendo balcones sobre los ríos Duero y Águeda y horadando el alma de las montañas.
Aunque todo ese esfuerzo permanece hoy aparentemente en el olvido, algunos de los valores distintivos de la vía -cuyo recorrido está prohibido expresamente por las autoridades ferroviarias ante el mal estado y el enorme peligro para el paseante-, continúan subrayando su condición de elemento arquitectónico de primer orden.
A lo largo de la vía, el paisaje muta de la dehesa charra a los escarpados Arribes, en un itinerario salpicado de pintorescas estaciones en su mayoría muy deterioradas. Sin embargo, es a partir de la estación de La Fregeneda donde comienza un descenso único con un trazado de 17 kilómetros jalonado de puentes y túneles, que da idea de las dificultades que debieron acometerse para finalizar las obras iniciadas en agosto de 1883 por la Sociedad Financiera de París en uno de los rincones más pobres de la Europa del momento.
Los trabajos contaron con un presupuesto desorbitado de 30,2 millones de pesetas y con una subvención oficial de 15.000 pesetas por kilómetro, y requirieron una cantidad ingente de mano de obra. Más de 3.000 personas se dejaron la piel en una obra que dejó un inédito testimonio de la revolución industrial y ferroviaria y que sigue esperando que su nombre sea por fin subrayado en las agendas oficiales que manejan los hilos del futuro.



* El Norte de Castilla - 17.01.11
Foto: Imagen de uno de los túneles de la línea férrea entre Boadilla y la localidad portuguesa Barca D'Alva - nortecastilla

0 comentarios :