El movimiento por una vivienda digna

Mario Cuéllar* : "El pasado 14 de mayo se cumplió un año del nacimiento del movimiento por una vivienda digna. Una convocatoria anónima por internet sin gran difusión en los grandes medios, convocó de forma sorprendente a miles de personas en las principales ciudades españolas. Estudiantes y trabajadores que de forma anónima sufrían el crecimiento desorbitado del precio de los pisos y alquileres, unieron sus fuerzas para denunciar la especulación y la corrupción urbanística, y reivindicar la vivienda digna como un derecho básico de la ciudadanía y no como un negocio.

A raíz de las sentadas sucesivas, se formó la Asamblea contra la precariedad y por una vivienda digna, que a su vez se organizó con reuniones semanales, y se crearon diferentes comisiones de trabajo: una para elaborar una propuesta alternativa al modelo actual de acceso a la vivienda; otra para relacionarse con otras asociaciones que tratan las mismas problemáticas; otra más de comunicación para la relación con los medios; y una última para preparar diferentes actos reivindicativos: semana de lucha social, concentraciones frente al Ministerio de la Vivienda y la Empresa Municipal de la Vivienda - EMV de Madrid, conferencias y charlas sobre especulación o urbanismo y manifestaciones.

El movimiento no ha parado de crecer desde entonces. Si repasamos el número de personas que ha asistido a las manifestaciones, de las 3.000 personas de la primera manifestación se pasó a unas 10.000 en la segunda, y la celebrada el pasado 24 de marzo contó con 20.000 asistentes aproximadamente. El movimiento no sólo se circunscribe a Madrid. Barcelona, Zaragoza, Valencia, Sevilla y otras muchas ciudades tienen sus propias asambleas y hay contactos entre ellas para actuar de forma unitaria y coordinada.

Propuesta sobre las viviendas vacías

Pero no sólo hay que fijarse en las manifestaciones. La Asamblea ha elaborado propuestas que algunos partidos empiezan a recoger en sus programas. La propuesta principal es la de fomentar el alquiler social mediante el uso de las más de tres millones de viviendas que según el INE se encuentran vacías en España.

Se da la oportunidad al propietario de que alquile su vivienda, en caso de no poder justificar porqué se encuentra vacía y sin uso. La vivienda se añade a una bolsa de alquiler social, fuera de los mecanismos del mercado, con un alquiler que cubra únicamente los gastos de mantenimiento y habitabilidad hasta que el propietario justifique su uso, momento en el que se devuelve la vivienda a su propietario. La medida pretende eliminar la vivienda como negocio, anulando la posibilidad de especular con ella.

El problema del acceso de la vivienda se ha ido acentuando con el paso de los últimos años. A pesar de tener unas tasas de construcción que superan las de Inglaterra o Francia, nunca había estado tan difícil adquirir una vivienda o acceder a un alquiler a precio razonable. La edad de emancipación de los jóvenes españoles es de las más altas de Europa, el ahorro de las familias está bajo mínimos, ya que las continuas subidas de los tipos de interés repercuten a continuación en el euribor y a su vez en el interés que los hipotecados pagan a sus bancos, situando a muchas familias al límite para llegar a fin de mes. A pesar de la propaganda de ayuntamientos y comunidades autónomas, la construcción pública dedicada al alquiler sigue siendo mínima y la construcción pública en venta ha provocado un mercado negro de viviendas públicas que han sido vendidas no a precio público, sino al de mercado cobrando una parte “en negro”.

Derecho constitucional

Y luego está la mercantilización de un derecho reconocido por la carta fundamental de los derechos humanos de la ONU y en el artículo 47 de la Constitución española. Todos hemos visto reproducirse como hongos multitud de inmobiliarias, el enriquecimiento de los conocidos “señores del ladrillo”, el desarrollo de las empresas unificadoras de deudas y, como consecuencia de todo esto, la destrucción ambiental de multitud de zonas.

En el mes de mayo, miles de personas volvieron a salir a la calle para denunciar la actual situación y exigir mejoras a los poderes públicos para que no se cumpla uno de los lemas para llamar a la movilización de la Asamblea: “No vas a tener casa en la puta vida”.



* CyT Nuestra Prensa



* Rebelión - 17-06-2007



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¿Esto también es Europa?

J.MERINO.- 20minutos* : "Pese a que España entró en la entonces Comunidad Económica Europea en 1986, todavía se encuentra muy alejada de los estándares económicos y sociales de algunos países del entorno, sobre todo en cuestiones relativas a la vivienda. Los españoles ostentamos muchos récords continentales con respecto al mercado inmobiliario, como el hecho de ser el Estado de la Unión Europea donde más viviendas se construyen anualmente (830.000 en 2006, más que en el Reino Unido, Alemania y Francia juntos). Sin embargo, este crecimiento del sector también ha hecho que la vivienda sea aquí, comparativamente, de las más inaccesibles.


Algunos datos

Precios: El precio medio de una casa de 100 metros cuadrados de superficie es de 207.500 euros en España. La misma vivienda cuesta 176.000 euros en Francia y 130.000 euros en Alemania, dos países con sueldos medios muy superiores a los nuestros.

Ayudas: Iniciativas como los préstamos sin interés a estudiantes para que puedan acceder a un alquiler durante su periodo universitario, muy populares en el norte e Europa, todavía no han llegado aquí.

Alquileres: El nuestro es el país europeo con el porcentaje más alto de viviendas en propiedad, con el 87% del total del parque inmobiliario. Muy lejos quedan países como Alemania u Holanda, donde se alquila el 42% y el 52,2% de las casas, respectivamente.

Protección: España es, después de Grecia, el país de la Unión Europea que cuenta con menos oferta de alquiler de viviendas protegidas, sólo un 1% del total. En el extremo opuesto están Holanda (35%), Suecia (24%) y Austria (23%).

Hipotecas: El dinero prestado por los bancos crece en España en torno al 25% cada año. El Reino Unido, Francia e Italia tienen incrementos del 8%, mientras que en Alemania apenas crece.

Emancipación tardía

La edad media a la que un joven español se emancipa de la casa de sus padres es a los 29 años.

Mientras tanto, en los países de Europa occidental, la mayoría de los jóvenes lo hace entre los 18 y los 24 años, una franja de edad en la que sólo uno de cada diez jóvenes está emancipado en nuestro país.

Las principales causas apuntan a los elevados precios de la vivienda, unidos a la inestabilidad laboral y la precariedad de los salarios. Así, no es de extrañar que el índice de natalidad haya bajado hasta una media de 1,13 hijos por mujer, lo que hará de España el país más viejo del mundo en el año 2050.




* 20minutos - 24.05.2007
Viñeta: Los préstamos sin intereses para jóvenes universitarios todavía no han llegado a España. (ESTEBAN).


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La mala prensa del urbanismo

CARMEN BLASCO, FRANCISCO J.MARTÍNEZ Y MATILDE ALONSO * : "Todos, rigurosamente todos los días, recibimos alguna noticia sobre la Comunidad Valenciana relacionada con abusos urbanísticos sobre un suelo que constituye nuestro único medio físico -soporte y causa de mejores o peores formas de vida. Nos desayunamos desde hace tiempo con cientos de hectáreas de suelo agrícola reclasificadas sin justificación, con miles de nuevas viviendas para comunidades de población estable, con millones de euros de deuda pública acumulada gracias a operaciones urbanísticas tan rentables para algunos como lesivas para los demás, también para el territorio y la ciudad. Y esa apuesta tan decidida por la construcción y el turismo, a costa de otros sectores imprescindibles -agricultura e industrias varias-, resulta que se traduce en que la economía valenciana crece por debajo de la media nacional y nuestra renta familiar sólo representa el 81% de la media europea (INE, EL PAÍS 20 de abril de 2006). ¿Saben esa canción de... no estamos locos, sabemos lo que queremos?


Y suma y sigue. Aunque se multipliquen esas cifras, el nivel de alarma social no aumenta. Su obstinada cotidianidad las convierte en un hecho poco menos que inevitable -nadie insiste lo suficiente en lo contrario-, en una especie de perversión de nuestra época contra la que, desde nuestra humilde condición de ciudadanos, nos sentimos incapaces de luchar. El urbanista Maurice Cerasi hace más de 20 años ya hablaba de que la capacidad de tolerar niveles siempre más bajos de condiciones de vida se demuestra extensible al infinito. Hoy admitimos sin sobresaltos esa realidad urbanística reducida, cada vez más, a una práctica política interesada y a una dinámica comercial abusiva. Se pone a prueba nuestra paciencia ante nuevas formas de pobreza y de sumisión contra las que el dinero y la inteligencia ya no pueden actuar. Pensemos, por ejemplo, en algunas características de nuestro entorno que, a fuerza de transformarlas, desaparecen para siempre. No se puede gozar eternamente de un medio natural sin respetarlo o compensarlo, tampoco del construido.

Son cosas que se saben desde hace tiempo. El problema es si somos conscientes de lo que está en juego y si retrocedemos o avanzamos. Cada cual tiene su cuota de responsabilidad ante estas agresiones, lo urbano es un fenómeno social participado. Pero también es cierto que no todos recibimos los mensajes adecuados ni alcanzamos un mínimo discernimiento sobre estas cuestiones que nos atañen de forma tan directa. ¿Un remedio?: información contrastada más una componente educadora que sea capaz de enriquecer con cultura lo que sólo es noticia. Llevamos casi medio siglo insistiendo en la fuerza educativa tan potente que podrían desarrollar los medios de comunicación de masas completando la labor de las escuelas. Y no es que la formación nunca le haya interesado a los medios, es que no ha sido algo prioritario ¿Qué pasaría si nos insistieran en las mejores jugadas urbanísticas durante el tiempo y páginas que lo hacen con los deportes? Tampoco tuvieron eco en nuestro país las recomendaciones de Le Corbusier -uno de los impulsores de la modernidad-, cuando hace casi un siglo aconsejaba que se enseñara Arquitectura y Urbanismo en las escuelas. No es absurdo pensar que unos mínimos conocimientos nos ayudarían a la hora de elegir y exigir buenas condiciones para nuestro lugar de residencia y, desde luego, nos pueden servir de garantía al realizar la inversión económica más importante de nuestra vida: la vivienda.

Al adquirir cierto bagaje en alguna faceta del conocimiento es más fácil vislumbrar la trascendencia de sus cometidos y más difícil aceptar las transgresiones y los burdos remedos. En urbanismo se ha avanzado tanto como en otros campos del saber y eso no llega a la opinión pública. De hacerse, inyectaría nueva savia a la participación, no sólo frente a los desmanes, sino ante propuestas serias que nos pueden reconciliar con nuestro medio y volver a dejarnos soñar en términos de futuro. Un dato: los diferentes postulados sobre el desarrollo urbano han evolucionado en el sentido del respeto por las condiciones naturales del sitio, la incorporación del verde a la ciudad y una mayor dignidad del espacio edificado. Una excursión desde Cartagena a Alicante es suficiente para comprobar el desprecio por el medio natural, la ausencia de criterios de racionalidad urbanística y lo grotesca que puede llegar a ser la arquitectura dominante. Propios y extraños llevamos tiempo preguntándonos de qué sirve la cultura acumulada y las investigaciones en curso, si no se refleja sobre nuestro medio ni le interesa a sus afectados.

Para neutralizar la dinámica actual no es suficiente con lamentarse o popularizar nuevas fórmulas que suenen a buenas intenciones -la expresión desarrollo sostenible es una de las más utilizadas por justos y pecadores para defender sus imprecisos compromisos urbanísticos-. Tenemos que combatir la mala prensa del urbanismo divulgando ideas, pensamiento y las mejores prácticas. Insistiendo en lo importante que son las ganas de resolver (voluntad política), las medidas adecuadas (marco normativo) y, sobre todo, la aplicación del conocimiento de que disponemos para reconducir la situación actual (el de nuestros mejores urbanistas). Es una fórmula tan efectiva como simple. Cuando queremos combatir una enfermedad endémica ¿qué hacemos?, ¿decir que es inevitable?, ¿no tomar medidas preventivas?, ¿rechazar la ayuda de los mejores investigadores? No parece lógico ¿verdad? Pues bien, el urbanismo es un campo de experiencia tan antiguo como otros muchos, incluida la medicina (iba a decir como la ciudad).

Es triste que, a los ojos de la mayoría, el urbanismo pueda aparecer como una disciplina corrupta en manos de falsos curanderos, de personas que por dinero te dicen y hacen lo que le pidas. Ni el orgullo con el que aún mantenemos los términos urbanismo y arquitectura nos libra de las infamias. Y no es por nosotros, esto sí es una generalización, ni mucho menos por la falta de certezas a la hora de dar solución a los problemas urbanos. Es por la maldita realidad que propicia que el urbanismo esté supeditado, cada día más, a personas y grupos de presión sin escrúpulos que toman decisiones respecto a lo que desconocen por pura ignorancia o interés y que, al final, son los que marcan las pautas de un futuro objetivamente peor para sus convecinos.

Cuando lo público y colectivo se menosprecia en beneficio de lo privado e individual la ecuación de lo urbano cambia de variables y nunca se llega a equilibrar. Es entonces cuando a falta de una solución racional se prueba, al tuntún, con miles de aproximaciones arbitrarias que no dejan de transformar en galimatías lo más esencial de nuestro medio. Nunca se han preguntado ¿por qué es mejor el ensanche decimonónico que sus zonas de extensión? ¿el viejo que el nuevo Campolivar? ¿el primer polígono de la playa de San Juan de Alicante, o la Urbanización Ciudad Ducal de Gandia, que Port Saplaya? Si su respuesta es afirmativa, es un primer paso en defensa del urbanismo. Si es negativa, es que queda mucho por hacer y hay que reconsiderar la información que les llega a los ciudadanos. Porque si no, ¿a qué jugamos?


A la memoria de Juan Pecourt García

* Carmen Blasco, Francisco J. Martínez y Matilde Alonso, arquitectos y profesores de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Valencia



* ELPAIS.com - 11/05/2006



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