Las urbes gallegas ganan metros verdes en el extrarradio, pero olvidan el centro

LAVOZDEGALICIA* : Resulta paradójico que una de las comunidades autónomas más verdes de España tenga los núcleos urbanos más grises, pero así es. Las siete urbes más pobladas de Galicia (las cuatro capitales de provincia, Vigo, Santiago y Ferrol) han ganado un millón y medio de metros cuadrados de espacios verdes desde el 2003, pasando de 10 a 11,5 millones, pero solo gracias a extensas áreas de extrarradio, como Bens en A Coruña o el Carlomagno en Santiago, por lo que las cifras son engañosas.

Los cascos urbanos, ensanches y barrios céntricos mantienen su vieja estructura de hormigón y polución, con exiguos espacios al aire libre en los que se hacinan los vecinos los fines de semana. La ratio que mide los metros cuadrados de verde por habitante ha subido en esos seis años de 7 metros cuadrados a los 12,6 actuales, pero en el centro de las urbes sigue en muchos casos por debajo de 2, cuando la recomendación mínima de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es entre 10 y 15.

Andrés Precedo, catedrático de Xeografía Humana en la Universidade de Santiago y experto en urbanismo, explica que «las ciudades han mejorado sus zonas verdes con grandes áreas poco accesibles, como ocurre en Vigo con Castrelos o en Santiago. El Monte do Gozo no cumple la misión de un jardín de barrio o de centro, que es lo que buscan mayores y familias con niños, los principales usuarios de estos servicios».

Por tanto, las zonas verdes están cada vez más lejos de los vecinos, mientras las carencias siguen al lado de sus casas. «La ocupación del suelo edificado es tan densa en estas ciudades -prosigue Precedo- que hay una carencia enorme de zonas arboladas en las calles. El aprovechamiento máximo del suelo con fines especulativos imposibilita plantar árboles, y ahí es donde nos diferenciamos de otras urbes de España. La deuda pendiente está en el centro, en los barrios. En Barcelona se ha experimentado el vaciado de manzanas, con éxito en muchos casos, y podría intentarse».

Pero incluso con parques de extrarradio, ciudades como Vigo, Ferrol u Ourense no llegan a la recomendación mínima de la OMS. Ni siquiera a la media nacional, que es de 9,91, según un estudio de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos. Su presidente, Félix Moral, sostiene que «el verde en Galicia es algo natural y, por tanto, sus ciudades deberían tener más árboles». Llegar al nivel de Washington, con 72 metros por habitante, parece una utopía.







* La Voz de Galicia - Alfonso Andrade - 26.07.09
Foto: El monte de San Pedro contribuyó a elevar los metros cuadrados de verde por habitante en A Coruña - DIEGO VILLAR, lavozdegalicia.es

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Salamanca: Suspenso en urbanismo

NORTECASTILLA* : La mención en negativo a Salamanca es ya todo un clásico de las reuniones anuales del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco. Desde hace tiempo, el máximo organismo dedicado a la preservación patrimonial del planeta viene mandando a septiembre a las autoridades locales por culpa de enquistados proyectos y de diferencias de criterios en la gestión.

El último encuentro en Sevilla no ha sido una excepción, la Unesco valora los esfuerzos llevados a cabo, pero sigue sin dar el aprobado en el tratamiento a la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1988.

En el último examen en Sevilla, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, ha suscrito el informe efectuado por una misión propia de expertos que visitó la ciudad el pasado mes de febrero. Un análisis en el que se ha querido destacar «el estado satisfactorio en general de Salamanca, especialmente comparado con la primera misión en el 2002», así como «los esfuerzos de conservación por las autoridades locales y regionales».
Esfuerzo insuficiente
Sin embargo, ahí finalizan las buenas palabras, porque la Unesco comienza a enumerar desde ese punto las asignaturas pendientes que impiden que Salamanca apruebe el curso.
Como esa materia que tienen todas las carreras que llena las aulas de alumnos que han apurado hasta la última convocatoria, el proyecto de Las Adoratrices sigue atragantándose. Y eso que La Unesco reconoce que este curso se ha estudiado más y considera «bien recibidos los esfuerzos realizados por los arquitectos para reducir el volumen y la altura del edificio proyectado». Sin embargo, no es suficiente y a pesar de todo entiende que el edificio que Caja Duero planea construir ya desde hace años «tendría un impacto negativo en la integridad» del conjunto monumental y, sin dudar de su utilidad, recomienda buscar otro emplazamiento.
El aparcamiento de Los Bandos es una de las asignaturas que el Ayuntamiento creía poder convalidar por entender que forma parte de otro plan de estudios. Es decir, al no encontrarse la plaza en la zona formalmente declarada Patrimonio, el Consistorio nunca entendió que debía superar el examen de la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, el Comité entiende que sí, no en vano se encuentra justo en el límite del área protegida.
Por eso, el Ayuntamiento obtiene un nuevo suspenso al considerar los expertos que el proyecto «debe ser abandonado, dado el potencial impacto negativo en la integridad del patrimonio de la ciudad al incrementarse el tráfico de automóviles», insistiendo además en que -hipotéticos restos de Santo Tomé al margen-, la plaza está en una zona «arqueológicamente sensible» al formar parte del trazado de la Vía de la Plata.
Dos suspensos rotundos que se ven además reforzados por lo que podría considerarse otro suspenso más general, al recordar la Unesco que la ciudad carece todavía de un plan que preserve «su importante riqueza, su integridad y autenticidad, para evitar posibles alteraciones futuras en su fábrica histórica, incluyendo el fachadismo».
Restaurar edificios
Aunque el organismo se da por enterado de los trabajos que están efectuando en este sentido la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento, con dos años de retraso sobre lo previsto, exige un mayor esfuerzo en garantizar la restauración de edificios de la zona histórica, respetando la configuración original de las casas solariegas salmantinas, labor que debería ir más allá de la mera conservación de su fachada, algo que no ha ocurrido últimamente en la Casa de María la Brava, en la Casa de los Niños de Coro o en la Casa de los Churriguera, entre otros casos, donde se ha procedido a un vaciado total de los inmuebles.
Y es que si algo mueve a la severidad a la Unesco al juzgar la gestión municipal es la falta de rigor en las actuaciones en los límites de la zona declarada, un caso es el polémico derribo del Gran Hotel, a escasos metros de la Plaza Mayor.
Por eso, si el Ayuntamiento quiere aprobar este examen de septiembre debe afrontar ciertos deberes del Comité del Patrimonio Mundial, que pasan por la posibilidad de ampliar la zona protegida hasta abarcar todo el antiguo recinto de la muralla medieval e incluso proteger una parte de la margen izquierda del Tormes, para garantizar la preservación de las vistas de la ciudad monumental.
No hay que olvidar que la declaración de Ciudad Patrimonio incluía un área principal y siete bienes periféricos (San Marcos, Sancti Spiritus, San Juan de Barbalos, San Cristóbal, Colegio de los Irlandeses, Convento de las Claras y Casa Convento de Santa Teresa), que exigían medidas de protección integral de los propios monumentos y de sus entornos que, según ha denunciado reiteradamente la Unesco, han sido totalmente olvidadas convirtiendo una antigua trama histórica «en fragmentos».
No hay duda, al Ayuntamiento sólo le queda hincar los codos.







* Norte Castilla - FRANCISCO GÓMEZ - 27.07.09
Foto: Parte de la fachada derribada en abril del 2007 de este emblemático establecimiento, próximo a la Plaza Mayor./ J. TRUCO , nortecastilla.es

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La costa es ya un cementerio de hormigón

ELPAÍS/Reportaje* : Un enorme cementerio de hormigón. En eso se ha convertido el litoral español tras una década de boom inmobiliario. Ayuntamientos y promotoras inundaron el Mediterráneo de proyectos urbanísticos que pasearon por los salones y escaparates inmobiliarios de todo el país. Complejos que crecían a base de chalet y adosado y que cambiaron el rostro de los principales destinos vacacionales españoles. Hoy se justifican en la avidez de los inversores nacionales y extranjeros, del turismo residencial y del crecimiento demográfico, pero aun así sobran miles de viviendas. ¿Acaso esa demanda era ficticia? ¿Se pensó en las necesidades de los ciudadanos y del territorio?

A finales de 2008, en España había 997.652 casas por vender, de las cuales dos terceras partes estaban ya terminadas. Según un informe del Ministerio de Vivienda, las provincias del Mediterráneo concentran el 47,2% de todo ese stock, casi medio millón de viviendas. Y en un contexto de crisis, pintan bastos para que sean absorbidas por un mercado que años atrás sí era una esponja. "La segunda residencia es la que más está notando las caídas en las ventas. Es lógico, los ciudadanos es de lo que prescinden primero ante las dificultades", explica Pedro Pérez, presidente del G-14, el lobby de las grandes inmobiliarias.

España podría tardar una media de unos 2,2 años en absorber todas las viviendas que aguardan un comprador. Eso si cada año se venden entre 350.000 y 400.000 casas, una cifra que ahora se antoja optimista. Ésa es la estimación que realiza el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra, José García Montalvo. "En algunas zonas, sobre todo en las que hay una mayor dispersión y en la costa, se tardará más, alrededor de tres años", apunta.

Pocos se aventuran a pronosticar cómo evolucionará el mercado. Si se vendiera al ritmo de 2007, cuando el ladrillo empezó a languidecer, no habría demasiadas complicaciones: se tardarían 1,3 años en despachar todos los pisos de la costa (véase el gráfico). En el otro extremo, en caso de mantenerse la tendencia de compraventas de pisos de obra nueva que indica el Instituto Nacional de Estadística en el último semestre, se tardaría 4,8 años en dar salida a ese stock.

No obstante, algunos observadores ven ya un repunte en las ventas. El vicerrector de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos, por ejemplo, asegura que mayo y junio han sido "sorprendentes" en transacciones gracias a la bajada de los precios y de los tipos de interés, que han abaratado la vivienda, en algunas zonas entre el 40% y el 50%. Así que si se toma como referencia un escenario intermedio, pasarán cerca de tres años y medio hasta que se vendan todos los pisos de la costa.

Hoy por hoy, el paisaje es si cabe más lúgubre que cuando lo adornan las grúas. Hay obras paradas en multitud de localidades del litoral de Cataluña, Baleares, la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía. En lo que debían ser nuevos desarrollos han quedado centenares de esqueletos de proyectos de viviendas. Y como resultado, también barrios medio vacíos, a los que sus detractores tachan de "zonas fantasma".

En los últimos nueve años se han construido unos cuatro millones de casas en el litoral español, según el informe Destrucción a toda costa 2009 de Greenpeace. La organización cita decenas de obras que invaden zonas protegidas o de alto valor ecológico, construcciones ilegales y desarrollos alrededor de los cuales ha habido casos de corrupción que han terminado en los tribunales. Marbella, en este último extremo, o el hotel construido en El Algarrobico, por ubicarse en el parque natural del Cabo de Gata, son dos de los símbolos de los años de desenfreno.

Pero para la responsable de costas de Greenpeace, Pilar Marcos, el hotel de El Algarrobico es la punta del iceberg de un proceso de construcción que no tuvo en cuenta las necesidades de la población. "En España hay suelo recalificado y comprometido para 20 millones de viviendas. Se construyó sin sentido. Los promotores preveían que se necesitaban 300.000 viviendas anuales y, en cambio, construyeron el triple", denuncia Marcos. Y añade que mientras en la Unión Europea se levantaron cada año entre ocho y diez casas por cada 1.000 habitantes, en España construían entre 20 y 30.

El sector defiende que se proyectó de acuerdo a las necesidades que existían. "Durante años hubo una demanda pujante que hizo que nos pusiéramos a construir mucho. Una promoción no se hace de un día al otro, tarda unos 24 meses. Así que mucho de lo que vemos hoy se inició cuando la demanda seguía creciendo", sostiene Pedro Pérez.

La población en estas comunidades se incrementó. Una razón es la llegada de turistas que decidieron quedarse a vivir en un país con una buena calidad de vida. Pero la principal es la llegada de inmigrantes. El director del Observatorio de la Urbanización de la Universidad Autónoma de Barcelona, Francesc Muñoz, mantiene que las casas que se promovieron no estaban pensadas para ellos. "Se hizo un producto exclusivo lejos del centro de las localidades. Y entonces llegaba población muy joven sin recursos que procedía de países en desarrollo y que debía quedarse con pisos antiguos del centro. Las casas que ahora están a medio ocupar son el reflejo de que se levantó mucha casa, pero sin pensar en el mercado, sólo en el producto inmobiliario", explica.

Aun así, los inmigrantes, junto a los jóvenes, facilitaron que muchos ciudadanos pudieran vender su piso antiguo del centro para trasladarse a una casa con jardín de las afueras. Ese proceso, unido al del turista que decidía quedarse, animó a los inversores. "Adquirían casas sobre todo en la Comunidad Valenciana, Baleares y Murcia. Había pequeños inversores que adquirían un piso y grandes que se hacían con un paquete de viviendas que revendían aprovechando que la vivienda subía rápidamente. Todo eso se vino abajo en 2007. Muchos dejaron de comprar y otros tantos renunciaron a las arras que habían dado porque no podían asumir el precio o porque no veían comprador", explica el economista y ex secretario catalán de Vivienda Ricard Fernández.

Pedro Pérez admite excesos, pero recuerda que sin "la cooperación entusiasta" de los ayuntamientos no se hubiera construido todo lo que hoy se critica. Muchos consistorios basaron su gasto en los créditos y los ingresos por licencias de obras. Y pusieron su empeño en grandes urbanizaciones que hoy están desangeladas. Como El Francaset, en el municipio costero de Roda de Barà (Tarragona). La localidad, de 6.000 habitantes, proyectó una zona residencial de unas mil viviendas en las que debían residir entre 4.000 y 5.000 vecinos. La crisis la ha paralizado.

La alcaldesa de Roda de Barà, Mayte Huerta, explica que las obras siguen, pero muy lentamente. "Los edificios que arrancaron se terminarán, algunos aún están a medias. Pero hay muchos sin empezar, y eso ha dejado solares vacíos llenos de hierbas", lamenta Huerta. Algún promotor, agrega la alcaldesa, trata de que sus viviendas se califiquen como protegidas, mientras que hay bloques que aún no han sido del todo ocupados. En la urbanización abundan las calles urbanizadas, con asfalto, aceras y farolas. Pero sin casas.

El municipio ahora no sólo debe dar servicios a los 6.000 habitantes que ya residían en él y a los veraneantes. También a la nueva urbanización, pese a estar medio vacía. Y ahora el Ayuntamiento no se lo puede permitir, puesto que sus arcas están en números rojos, lastradas sobre todo por la caída en los ingresos de las licencias de obras.

"En 2006 percibíamos 1,7 millones por las licencias de obras. Y en lo que llevamos de año sólo hemos recaudado entre 10.000 y 20.000 euros", asegura Huerta. Por ello, el equipo de gobierno presentó al pleno, sin éxito, un plan de saneamiento que preveía despedir a unos 30 empleados municipales que debían pasar a empresas externas.

El fervor urbanístico ha deslavazado municipios y ha hecho añicos el mito de la ciudad mediterránea y compacta. "Se pensó que lo sostenible eran los chalets y adosados porque parecía que afectaba menos al paisaje. Pero las urbanizaciones necesitan infraestructuras de transporte, comunicación o saneamiento que se han ido comiendo el litoral", explica el profesor de Florida Universitaria, Carlos Gómez.

Francesc Muñoz apunta que, por ejemplo, en el litoral catalán -el menos castigado por los planes de protección y porque ya vivió su boom en la década de 1980-, entre el 80% y el 90% de lo construido en los últimos años han sido casas unifamiliares. Así que mecas del turismo que a veces han sido denostadas como Lloret de Mar, Benidorm o Fuengirola han demostrado llevar con más justicia la etiqueta de la sostenibilidad. En verano hierven con miles de visitantes, pero éstos están concentrados y consumen menos recursos.

¿Debe servir la recesión para frenar todos los desarrollos? Muñoz opina que depende del caso. "Hay zonas donde sí se debe parar. Pero hay otras donde se debe urbanizar para arreglar desaguisados. Núcleos urbanos con urbanizaciones separadas entre sí donde deben coserse todas las piezas", apunta. Aun así, la crisis sí deja alguna que otra lección. "Muy mal lo haríamos y necesitaríamos un castigo futuro si no sabemos extraer experiencias de esta crisis para el futuro", remacha Pedro Pérez.

Proyectos atascados

Las localidades costeras no son las únicas que están pagando la crisis inmobiliaria. Las grandes ciudades también la están acusando. Algunos inmuebles quedan varados porque las empresas que los promovían están en concurso de acreedores. En otros casos, porque se requerían inversiones millonarias. Y a todo ello se añade una creciente superficie vacía de edificios de oficinas. Según la consultora CB Richard Ellis, en Madrid hay sin ocupar un 9,29% de todo el espacio destinado a oficinas. Traducido en metros cuadrados, hay 1,07 millones de metros cuadrados vacíos, y en los próximos dos años se incorporarán 290.000 metros más.

En Barcelona, donde el parque de oficinas es la mitad que el de Madrid, ocurre lo mismo. La tasa de desocupación es del 8,39% y hay 434.000 metros cuadrados disponibles. E igualmente, se prevén nuevos proyectos que sumarán 182.000 metros cuadrados más.

Eso si salen adelante todos. Las inmobiliarias están retrasando también las obras de los inmuebles corporativos porque temen que no vayan a ser ocupados. Pero además, hay proyectos emblemáticos de la ciudad que también han quedado en punto muerto por las dificultades del sector.

Está parado, por ejemplo, el centro comercial que la inmobiliaria Metrovacesa promueve en la antigua plaza de toros de Las Arenas, firmada por Richard Rogers, y que debería haberse terminado a principios de este año. Y también lleva retraso la City Metropolitana de Jean Nouvel. Otros desarrollos que preveía la ciudad, como La Sagrera, La Marina o Sant Andreu, también van al ralentí.







* ELPAIS.com - LLUÍS PELLICER 27/07/2009
Foto: La segunda residencia es la que más está notando la caída de ventas. En la foto, la cala de Moragues, Andratx (Baleares).- TOLO RAMÓN, elpais.com

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El Tribunal Supremo detiene el expolio del Cabanyal

DIAGONAL/Valencia* : El ritmo de las demoliciones en el Cabanyal se ha vuelto frenético. No importa que alguno de estos edificios esté protegido como patrimonio cultural o incluido en zona de Barrio de Interés Cultural (BIC). No queda tiempo. El Tribunal Supremo ha rechazado el recurso de casación contra la sentencia de 2004 que da la razón a la plataforma Salvem el Cabanyal y que califica como expolio las obras para llevar la avenida de Blasco Ibáñez, atravesando el barrio, hasta el mar.

Maribel Doménech, portavoz de esta plataforma ciudadana, valoró la reunión con Vicepresidencia del Gobierno como muy positiva: “Les hemos instado, al igual que al Ministerio de Cultura, a que tramiten con carácter de urgencia el informe de expolio para detener los derribos.

Tenían conocimiento de lo que lleva pasando en este barrio desde hace 11 años y han tenido en cuenta todos los informes”. Los informes a los que se refiere Doménech fueron elaborados por los arquitectos de la Inspección de la Conselleria de Cultura Valenciana, por el Sindic de Greuges (Defensor del Pueblo), por la Facultad de Derecho y por otros departamentos de la Universidad de Valencia.

Cabanyal 2010 es el nombre de la sociedad creada para la ejecución del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Cabanyal. Una sociedad que el Consejo de Europa declaró ilegal al estar participada por capital privado en un 46%.

Aunque ahora el capital es público, los vínculos con las constructoras y otras empresas especializadas en la especulación inmobiliaria persisten. La mitad de los inmuebles adquiridos por Cabanyal 2010 están siendo demolidos, mientras la otra mitad la están alquilando a minorías desfavorecidas, con graves problemas de adaptación, a precios muy bajos, con el objeto de que causen problemas de convivencia y coaccionen a otros vecinos para que vendan sus casas.

Una táctica más propia de la especulación “asustaviejas” que de un plan de rehabilitación. “Es un barrio con mucha gente mayor, como pasa en todos los barrios históricos”, comenta Doménech para DIAGONAL. “Están produciendo una fractura social entre aquellos afectados a los que están echando del barrio para poder especular y otros que piensan que saldrán beneficiados por la revalorización de sus viviendas”. La sociedad ha adquirido 209 de las más de 400 viviendas protegidas. “No necesitan declaración de ruina para demoler porque son ellos mismos los que desprotegen las viviendas que compran. Pueden acabar con más de la mitad del patrimonio del barrio”, apuntan desde Salvem el Cabanyal.

Un centro histórico único

La destrucción del tejido social del barrio era el primer objetivo de los especuladores: una gran avenida que partiera en dos el Cabanyal al tiempo que los derribos lo sembraban de escombreras, degradando la zona para forzar a los vecinos a vender.

El Cabanyal fue, hasta 1897, un municipio independiente llamado Poble Nou de la Mar. Posee un centro histórico único en Europa, con un entramado urbano respetuoso con el entorno, la tradición y el arte. Pero la idea de conquistar una playa para Valencia no es nueva. Ya se intentó trazar una avenida que cruzara el Cabanyal hasta el mar en 1953. En plena dictadura franquista bastaron 2.500 firmas de los vecinos para detener un proyecto ideado, casualmente, por el tío de la actual alcaldesa, Rita Barberá. “Desde entonces a nadie se le había ocurrido algo tan irresponsablemente acultural”, sentencia Maribel Doménech.






* Diagonal - Rafa Calleja - 21.07.09
Foto: Valencia, barrio Cabanyal - publico.es

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