Los okupas del ladrillo feroz

IGNACIO ESCOLAR* : Ocupación, según la Real Academia Española, quinta acepción: "Modo natural y originario de adquirir la propiedad de ciertas cosas que carecen de dueño". Okupación no aparece en el diccionario de la RAE, que siempre se toma su tiempo para según qué palabras y hay veces que innova y es peor, como con las horrorosas cederrón o güisqui. Ocupación militar, según la Academia: "Permanencia en un territorio de ejércitos de otro estado que, sin anexionarse aquel, interviene en su vida pública y la dirige". Mezclando las tres definiciones, propongo una acepción más, tan necesaria estos últimos años.

La ocupación ladrillera, la acción de aquellos que se apropian de las cosas que sí tienen dueño, interviniendo o dirigiendo la vida pública por medio de armas mucho más efectivas que las militares (los maletines) para anexionarse el Estado de derecho por el arco del triunfo. Son los okupas del ladrillo feroz.

Un ejemplo basado en hechos tan reales que están a la espera de juicio: supongamos que uno de estos individuos es el arquitecto responsable de redactar el plan urbanístico de una localidad. Supongamos que ese consultor es el técnico que al final pinta la línea entre lo urbanizable y lo que no lo es, entre lo que vale un potosí y lo que no vale nada. Supongamos que ese mismo señor descubre que un importante banco busca una enorme parcela en las afueras de Madrid para construir una gran ciudad financiera donde centralizar todas sus sedes y empleados. Supongamos que aprovecha la coincidencia y ofrece su regla y su cartabón, y con ellos decide dónde caerá el gordo de una enorme zona urbanizable de más de un millón de metros cuadrados a sólo 14 kilómetros de la Puerta del Sol de Madrid en uno de los municipios más caros de España: la mayor recalificación que vieron los tiempos. Supongamos que, antes de enseñar sus planes, hace correr por el municipio -él, personalmente- que justo esos terrenos seguirán siendo rústicos, que en ellos se levantará un cementerio y se plantarán arbolitos para que respiremos mejor. Supongamos que, mientras tanto, varios testaferros metidos en el ajo van comprando todas las parcelas que pueden a los dueños actuales, que venden a la décima parte del precio porque piensan que sus fincas sólo servirán para criar pinos... o malvas. ¿Ven ya dónde está la bolita?

Pues la bola en cuestión, el pelotazo más bien, presuntamente sucedió en 1997 en Boadilla del Monte , esa ciudad madrileña famosa por ser hoy el epicentro del escándalo Gürtel. El banco se llama Santander y el okupa de postín que protagonizó la operación es el arquitecto Leopoldo Arnáiz, un consultor muy cercano al Partido Popular que ha trazado los planes urbanísticos de gran parte de los ayuntamientos que hoy están siendo investigados dentro de la trama corrupta de Francisco Correa. Los antiguos dueños de aquellas parcelas, que se sienten estafados, llevaron el escándalo hasta los juzgados. El juicio ya se ha suspendido tres veces. La última, el pasado mes de julio , porque no se presentaron algunos de los testigos de la defensa (entre ellos, el ex alcalde de la localidad imputado por la Gürtel, Arturo González Panero, al que Correa apodaba 'el albondiguilla'). La Fiscalía exoneró al Santander, pero pide para Arnáiz tres años de cárcel y 180 millones de euros de multa. La defensa del arquitecto argumenta que los delitos han prescrito.

La nueva sede del Santander es limítrofe con Alcorcón, un municipio donde Arnáiz también tiene pendiente un segundo juicio por otra supuesta corruptela ladrillera. Allí pinto el plan urbanístico de la operación Alcorcón norte, una zona con 34.000 viviendas donde posiblemente iban a vivir gran parte de los trabajadores del Santander, recién llegados al barrio. El entonces concejal de la oposición y ahora alcalde de la ciudad, Enrique Cascallana, consiguió parar esa recalificación, que también ha acabado en los tribunales. Arnáiz comparte imputación en ese escándalo con los constructores Francisco Bravo y Francisco Vázquez; los mismos que, de forma tan altruista, ampararon a Tamayo y Sáenz cuando entregaron el gobierno de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre porque descubrieron, de repente, que su partido, el PSOE, era socialista.

Leopoldo Arnáiz es sobrino de Rafael Arnáiz, un reciente santo que canonizó el año pasado Benedicto XVI. Al igual que su tío, también hace milagros: el de los 'planes' y los peces. "Como planificador, cuando trazo una línea estoy afectando a un propietario", decía hace unos años en una entrevista publicada en ABC : "La cuestión es tener claro por qué pinto esa línea, hasta dónde... Lo que no puedo es tener miedo a actuar porque éste o aquél se enriquecen. La ciudad tiene que crecer y alguien tiene que decir cómo", explicaba Arnáiz. Como diría Lobezno , es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo. Su empresa emplea a cerca de 200 arquitectos -la mayoría de ellos como colaboradores autónomos sin contrato laboral- y en los últimos meses está intentando entrar en los mercados de Europa del este para intentar paliar así la falta de trabajo en España tras el crash inmobiliario.

El polémico arquitecto también es el dueño del Patio Maravillas, un antiguo colegio en el número 8 de la calle Acuerdo de Madrid que fue okupado en el verano de 2007 hasta que la policía lo desalojó, el pasado 5 de enero. El edificio estaba abandonado desde el año 2000; Leopoldo Arnáiz no ha tenido prisa por sacarle rendimiento a su inversión. Según el plan urbanístico, la finca está calificada como "dotacional privada", por lo que en teoría sólo puede acoger instalaciones que den un servicio al barrio, como un colegio o una residencia de ancianos, pero ni viviendas ni oficinas. Salvo que alguien, algún colega de profesión de Arnáiz, lo recalifique pintando una de esas líneas tan rentables. Hoy por ti, mañana por mí, que hay trazos que valen más que la firma de Picasso. "La comunidad participara en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos", reza la Constitución en el artículo 47 , ése que promete el derecho a una vivienda digna.

Qué hermosas palabras si algún día se cumpliesen.






* Estrella Digital - Opinión - 8.01.10

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