El precio de la vivienda

Joaquín Pérez Azaústre* : "Revisando el artículo 47 de la Constitución –“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho (…)”–, concluimos que somos víctimas silentes, sometidas, sumisas, de un sistema de enriquecimiento sustentado sobre el abuso de derecho de muchos constructores. Pero, ¿y los dirigentes municipales? ¿Y la urbanización sistemática de los terrenos rústicos, con el consabido aumento del precio del suelo? En esta campaña electoral nadie ha hablado, realmente, de vivienda. Todo ha sido una cortina de humo terriblemente cínica, consensuada, eficaz.


NO es lo mismo, pero si el precio del pan se disparara –15 euros la barra, por ejemplo–, una revolución sería posible. No se puede vivir sin pan, pero habría muchas familias, muchas economías domésticas visibles, que tampoco podrían permitirse el pago de 450 euros mensuales para su consumo, sencillamente porque hay muchas familias que viven, sobreviven o malviven con poco más, y esos 450 euros mensuales para abonar la barra diaria significarían un 70 por ciento del total de sus sueldos.

¿Se puede vivir sin pan? Seguramente, sí, como también se puede vivir sin libertad y sin casa. Los españoles, sin embargo, cuando nos hemos levantado ha sido, esencialmente, contra el aumento del pan: recordemos el motín de Esquilache, ese ministro ilustrado de Carlos III –recreado en el cine por Fernando Fernán Gómez– que quiso erradicar nuestra costumbre de capa y de sombrero de ala ancha donde guardar cuchillos, sables y pistolas embozadas. Ahora, un grupo tan levantisco como pacífico ha instalado sus tiendas de campaña en la Ciudad Universitaria de Madrid, como protesta ante su imposibilidad de acceder a una vivienda ya ni siquiera digna y adecuada –como reza el precepto constitucional–, sino vivienda sin más.

Si les ha parecido un disparate imaginar, sólo por un segundo, que el precio del pan se disparara hasta los 15 euros por barra –450 euros mensuales, entonces, lo que significaría un 70 por ciento del sueldo para muchas economías–, en el caso de la vivienda no hace falta imaginarlo: es lo que ha ocurrido, y lo que todavía sigue ocurriendo. En España, cualquier joven –¿qué se entiende por joven? ¿Quizá hasta los cuarenta en la vivienda?– que quiera comprarse cualquier ratonera tendrá que destinar, también, el 70 por ciento de su sueldo –el 80 en Madrid– con lo que quedará, para ese pulso diario, cotidiano, en la bancarrota más rotunda. Para no precipitarse por esa bancarrota, debería de ganar unos 2.700 euros al mes, un sueldo que se escapa, muy por lo alto, de la media española.





* Diario de Cádiz - 4 de Junio de 2007


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