Bochorno sociovergente

NEUS TOMÀS/TONI SUST* : El caso Pretoria y sus detalles han deprimido un tanto a la clase política catalana, sobre todo, a la franja sociovergente, a los dos grandes partidos, el PSC y CiU. Entre los socialistas impera la perplejidad por lo abultado de los cifras que manejaban los ya exmiembros del partido. En el caso de los nacionalistas, al margen de que algunos asistan con desagrado a la voracidad económica de dos de sus más relevantes exdirigentes, se impone el sentimiento de que existe una campaña que persigue impedir que Artur Mas se convierta en president tras las autonómicas previstas para otoño. Las cúpulas de ambos partidos coincidían en poner la mano en el fuego por los dirigentes relevantes que recibieron la llamada de los hoy imputados y que aparecen en el sumario de Pretoria. Es decir, subrayaron ayer que no existe dudas sobre la actuación de Antoni Castells, la de Joaquim Nadal y la de Artur Mas.

En el PSC han pasado de la conmoción que provocó la detención del exalcalde de Santa Coloma de Gramenet, Bartomeu Muñoz, y otros cargos muncipales, a la estupefacción por las cifras que los implicados en la trama se embolsaron. «¿Cómo puede ser que estos tíos tuviesen todo esto montado y no fuésemos capaces de detectarlo?», se pregunta uno de los dirigentes más importantes del PSC. Los socialistas saben que su electorado, inmerso en la crisis, no perdona la corrupción, aunque confían en que la contundencia con la que actuó el partido al expulsarlos de manera inmediata sea entendida por sus votantes.

EL PIJO Y EL CHORIZO / Muñoz era el pijo del PSC. Se desplazaba en Mercedes, jugaba a golf, y para hablar de negocios invitaba a cenar en restaurantes caros. ¿Nadie sospechó? Algún dirigente del partido se atreve a confesar que en el PSC había quien especulaba que este tren de vida «tan poco socialista» no podía pagarse con el sueldo de alcalde. Pero la respuesta siempre era la misma: «Su familia tiene dinero y la de su mujer todavía es más rica». Y así pasaron los años. En cambio, uno de sus estrechos colaboradores, el concejal de Urbanismo, Manuel Dobarco, también implicado, no levantó ninguna sospecha. «Era un hombre de partido», asegura un dirigente. «El sumario confirma que fue el tonto útil», asegura otro.
Si Muñoz era el pijo, Luis García, Luigi, era el «chorizo». «En el PSC lo sabía todo el mundo». La frase es de un dirigente socialista que recuerda que cuando le expulsaron del partido en 1992 ya fue por su vinculación con negocios sucios. De hecho, hay quien asegura que incluso antes de llegar a diputado, tras las autonómicas de 1984, algunos socialistas ya sabían que acababan de fichar a un personaje peligroso. Luigi empezó su carrera en la UGT y en el sindicato todavía hay quien se acuerda de él: «El secretario general de la UGT, Justo Domínguez, envió a Luigi a negociar con el PSC los nombres de la gente del sindicato que irían en la lista al Parlament. Y cuando regresó de la reunión, compungido, aseguró que el partido solo aceptaba a un sindicalista. ‘¿A quién?’ le preguntó Domínguez. ‘A mí’, contestó Luigi»
Ocho años después, como recuerda un antiguo cargo socialista, cuando se descubrió que su constructora AGT-Agrotecsa estaba implicada en un delito de estafa, quien decidió echarlo fue el ahora primer secretario y presidente de la Generalitat, José Montilla. «A Montilla nunca le gustó», asegura uno de sus colaboradores. Una vez expulsado, y aunque sospechaba de sus trapicheos, el PSC miró hacía otro lado. Ya no era uno de los suyos aunque la cúpula del partido sabía que todavía tenía amigos en ayuntamientos controlados por el PSC. Amistades sobre todo entre miembros de la antigua federación del PSOE de la que procedían también otros implicados como el exalcalde de Santa Coloma y su concejal de Urbanismo. Pero, aunque sea un consuelo menor, un destacado dirigente insiste en que el sumario confirma que la dirección del PSC renegaba de García antes de que se supiese que era el cerebro de la trama Pretoria. «Si Luigi no aparece en las conversaciones con consellers es porque era perfectamente consciente de que él no conseguiría nada», afirman fuentes del partido.

DUELO COMPLETADO / Sorprendidos por la magnitud de las operaciones que perseguían y consumaban Lluís Prenafeta y Macià Alavedra, algunos integrantes de CiU se mostraban en privado sorprendidos por su actuación. Un parlamentario lamentaba el descrédito que se ocasiona a la política. Pero junto con esta actitud, convive la de denunciar que existe una campaña para contrarrestar los buenos pronósticos de las encuestas, que indican que CiU está cerca de gobernar. Una visión que deja en segundo plano la sorpresa por las operaciones de Prenafeta y Alavedra: «El duelo ya estaba hecho», afirma un dirigente aludiendo al momento en el que fueron detenidos el exsecretario y el exconseller, en octubre.
Ahora la prioridad es alcanzar la presidencia, y tanto los nuevos datos del caso Millet como del caso Pretoria son interpretados como palos puestos en la rueda de la federación nacionalista. El propio Mas desarrolló esta idea al comentar las revelaciones sobre Prenafeta y Alavedra. En declaraciones a TV-3, el líder de CiU negó toda relación con las operaciones de los exaltos cargos. «Yo duermo tranquilo. Duermo poco, pero duermo tranquilo», afirmó. El líder nacionalista aseguró que la de Pretoria no era «una red transversal» y subrayó el papel de «socialistas con cargos públicos». Preguntado por una conversación que aparece en el sumario en la que Prenafeta le informa de que un empresario que quiere «facilitar las cosas» desea almorzar con él, y que no quiere decir su nombre por teléfono, el nacionalista no entró en la cuestión.
«¿Dónde están los hechos concretos?», se interrogó en referencia a pruebas que le incriminen. «Yo no mando», dijo dando a entender que desde la oposición tiene escasas opciones de ejercer influencias. Y denunció la presunta campaña: «Determinada gente no quiere el cambio en Catalunya». Mas miminizó el papel de Prenafeta y Alavedra: «No es lo mismo lo que puede hacer un particular que un alcalde en ejercicio». Y consideró lógico que dos expolíticos utilizasen los contactos que habían logrado en su carrera en la vida pública para sus intereses: «Eso lo hace todo el mundo».
«Si Prenafeta y Alavedra han hecho algo malo, que lo paguen. Pero no dejarán de ser de los nuestros», afirmó un dirigente de CDC. Así están las cosas.





* El Periódico - Opinión - 28.05.10


0 comentarios :