Las bondades de los 500 metros

LAVOZ/Asturias* : Desde el faro de Ortiguera, en el occidente asturiano, volviendo la vista al Este se captura una magnífica panorámica de los acantilados que muerden el mar, cubiertos del tapiz verde Asturias. Hay que tener muy buena vista para distinguir al fondo alguna construcción. Con la villa de Navia recogida en la desembocadura del río, la perspectiva es diáfana: costa, prado, mar y cielo. Nada más y nada menos.

No todo el litoral asturiano es así, pero es evidente que la protección de 500 metros establecida hace ya quince años por el Gobierno autónomo ha tenido bastante que ver con el aspecto libre y limpio que luce buena parte de la costa y que es, tal vez, el principal orgullo de la comunidad. La norma de preservación de los primeros 500 metros se adoptó, como en Galicia, de forma provisional. En el 2005 fue aprobado definitivamente el POLA (Plan de Ordenación del Litoral Asturiano), con una delimitación exacta de la línea protegida (a menudo por encima de esos primeros 500 metros) y el trazado de una red de caminos y senderos entre las playas y los 232 núcleos costeros de Asturias.

Las críticas

La estrategia no ha sido del gusto de todos. A los colectivos más proteccionistas les ha parecido mal que el POLA admita la construcción de campos de golf en la franja protegida, o que se autoricen promociones urbanísticas junto a villas marineras. Muchos propietarios no perdonan que una parcela en la zona afectada no tenga ningún valor, mientras que la del vecino, fuera de los 500 metros, se cotice a más de 150.000 euros. Pero, en general, los asturianos han asumido que la costa es un espacio a proteger y, con las consecuencias que eso conlleva, parecen bastante satisfechos.

En cualquier caso, para ilustrar el carácter del debate que se ha mantenido entre la Administración autonómica y la local, José Antonio Cullía, responsable del POLA, recuerda la intervención de un alcalde en una reunión en la que planteó a sus homólogos la siguiente reflexión: «¿Hemos estado conservando la costa tantos años para nosotros y ahora se la vamos a vender a los madrileños?».

Protegida la pieza más cotizada, la primera línea de mar, la presión urbanística se ha abalanzado fuera de esa franja y algunas villas ordenan su crecimiento con más alegría que otras. Localidades como Llanes o Tapia de Casariego, en los dos extremos del litoral asturiano, gestionan potentes desarrollos urbanísticos que están cambiando la fisonomía de tradicionales villas marineras hacia centros eminentemente turísticos. A pesar de todo, y como presumen los miembros del Gobierno del Principado, la ley ha calado: «Hoy todo el mundo sabe, y en especial los promotores, que los primeros quinientos metros son intocables».





* La Voz de Galicia - Jorge Casanova - 26.08.2008
Foto: Panorámica de Llanes desde el paseo que corona la villa y desde el que se domina la costa más oriental del Principado - G.Rivas, lavozdegalicia.es

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