La Ley del Paisaje de Cantabria

ALFONSO GARCÍA GIRÓN* : La primera comunidad autónoma en elevar a rango de ley la protección del paisaje fue la Comunidad Valenciana y posteriormente la Ley de Protección del Paisaje de Cataluña nos ofreció un texto exquisito, profesional y respetuoso hasta el nivel de facsímil del Convenio Europeo del Paisaje.

En Cantabria ya se hablaba por entonces de la protección del paisaje, aunque ese concepto que todos entendemos y nadie sabe a ciencia cierta cuál es el alcance de su significado, en materia de regulación política claro está, comenzó a estrenarse en los foros oficiales, justo antes de las elecciones autonómicas en un congreso celebrado en el Palacio de Exposiciones de Santander.

Posteriormente, el Estado Español ratificó recientemente el Convenio Europeo del Paisaje en un alarde de compromiso que esperamos ver cumplido en un plazo menos informal que la propia ratificación del convenio, que cuanto menos ha resultado un 'pelín' relajada.

Para no aburrir mucho con datos, la cuestión es que Galicia ya ha iniciado los debates en su parlamento, aceptando la tramitación de su Ley del Paisaje, y otras comunidades están ya afilando el lápiz al respecto, tomando como pilar del conocimiento el citado Convenio Europeo del Paisaje, entre ellas Cantabria, según noticias ofrecidas por este diario.

Todas estas iniciativas son reacciones tardías al Convenio Europeo del Paisaje y a su reciente ratificación, y tomando como modelo a la adelantada ley catalana, es lógico pensar que ahora todas las comunidades van a apoyarse en este texto comunitario de la Comisión en la redacción de su normativa.

Lo paradójico viene después, cuando algunos llegamos a la conclusión de que nuestro país no puede comenzar con la simple aplicación del convenio, sobre el que se están asentando todas las normativas regionales, debido a que el estado de degradación paisajístico es tal, que es necesaria una fase previa de restauración para posteriormente abordar la creación de más puestos de funcionarios, en observatorios regionales y autocomplacientes, doctos, versados y con un discurso propio de cualquier Estado europeo, de los que llevan ejecutando normas claras en materia de paisaje durante mas de un lustro y forman parte de la idiosincrasia social.

Seamos realistas: en nuestro país y en Cantabria con más motivo por lo que argumentaré después, no podemos aplicar una normativa de intenciones, de observación, de catalogación y de cartografía. El desastre urbanístico es tan importante y generalizado, que lo primero que tenemos que hacer antes de aplicar una norma paisajística tan amplia y de profundo calado como es el Convenio Europeo, es intentar remediar el pésimo estado de las cuencas visuales, en las que no se ha hecho nada específico en materia de paisaje nunca. Es decir, elaborar una norma ejecutiva y clara que borre visualmente de nuestras autopistas y accesos a los núcleos urbanos, en un plazo de cinco años, los desastres de una práctica urbanística, que ha sido competencia exclusiva de nuestros arquitectos, que han tenido el absoluto privilegio de regularse a sí mismos como colectivo, ante el 'no sabe no contesta' de las administraciones competentes y su permisividad. Naturalmente hay excepciones notables, pero pocas en esta materia. Prevalece por desgracia la obra de autor, frente al respeto a lo preexistente, que es lo que crea paisaje urbano, identidad y cultura colectiva.

En Europa hay países como Suiza, Alemania o Francia que han hecho gala discretamente de sus leyes del paisaje, ejecutivas y claras por supuesto, y que han condicionado hasta las particiones de los cristales de las ventanas en determinados entornos urbanos. Francia dispone de una ley dedicada al paisaje desde 1993, donde el paisaje aparece integrado en todas las normativas del patrimonio histórico y natural. En el caso alemán, se trata de una norma federal que une la gestión del paisaje con la conservación de la naturaleza, lo cual es un concepto que a mí me parece muy acertado e inteligente y un ejemplo a seguir en Cantabria, dadas sus condiciones naturales y el bajo nivel de intervención humana en el medio

Desde la declaración del Parque Nacional de Yellowstone, hasta la construcción de Central Park en Nueva York, derribando previamente manzanas de edificios, hay una filosofía perfectamente cohesionada que vincula la sensibilidad y el respeto a la naturaleza como ecosistema, a la intervención más atrevida del paisajismo urbano. La cuestión es aceptar el verdadero concepto global del paisajismo como comprensión del medio, o aceptar las tesis del paisajismo como especialidad de la arquitectura y del urbanismo, que en mi opinión es algo parecido a querer ser ornitólogo estudiando en una pajarería.

En cuanto a la famosa Ley del Paisaje de Cantabria, como norma legal no debería, en mi no se si modesta opinión por lo clara, detenerse en formular intenciones que supusieran un quebradero de cabeza al jurídico ante el recurso del promotor agraviado, por poner solo un ejemplo.

Esta ley debería ser clara y previa a la adopción normativa del Convenio Europeo del Paisaje: se puede hacer o no se puede hacer tal cosa y estos son los límites. De esta manera podrán evitarse de partida los 'cantos del cuco,' motivados por un claro vació legal en materia de paisaje, o con normas de imposible aplicación por lo subjetivas que resultan, para posteriormente pasar al desarrollo de la norma europea, que tendrá una afección tan importante que ahora es imposible abordar en este país, aunque nos pese.

En cualquier caso regular bien es fácil. Tenemos otros ejemplos como los que nos dan los países mencionados. Poner coto al desmán urbanístico es fácil también en estos momentos, porque ningún constructor se va a preocupar de las limitaciones estéticas. Muy por el contrario puede ver una salida a la crisis en el urbanismo paisajista de calidad en Cantabria.

Cantabria está agotando por evolución el modelo cultural de la vaca, que dentro de poco tendrá que ser subvencionada por Turismo y tiene que pasar al modelo cultural de la calidad total como objetivo. Calidad en su entorno, en su paisaje como síntesis de su cultura y en la manera de planificar sus oportunidades de futuro. El paisaje puede dar nuevas oportunidades a esta región, como al resto de España, la cuestión no es sólo no perderlas, sino también valorarlas como un activo que a futuro supondrá el mayor atractivo de esta región. Pueden estar seguros.

Cuando leemos que aún no se sabe si hacer una ley específica para Cantabria o incluir determinadas normas sectoriales en la planificación urbanística, la pregunta que se nos ocurre es ¿que más da?, si al fin y al cabo cualquier regulación deberá estar plenamente coordinada a nivel autonómico al menos, para que no parezca una chapuza territorial que vuelva loco al ciudadano. Lo importante no es el aspecto formal de la norma, sino la cohesión, la oportunidad y el alcance de la misma. Crear una ley como la catalana para observar o catalogar, es iniciar una andadura larga, cara y poco concreta, que en nuestro país no es realista ni efectiva. Primero hay que crear conciencia colectiva de paisaje como patrimonio a través de la regulación básica y después intentar aplicar el Convenio Europeo que, no olvidemos nunca, no se ha hecho aquí, donde el paisajismo ni tan siquiera es una carrera universitaria oficialmente reconocida todavía.

Por tanto, Ley del Paisaje sí, pero ejecutiva y concreta.



* Alfonso García Girón es licenciado superior en paisajismo por la Universidad Camilo José Cela.




* El Diario Montañés - Opinión - 09.08.2008

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