JOAN RIERA/Mallorca* : La cúpula del partido se muestra ansiosa por sumar votos. Los sufragios dan los escaños que conducen al poder. El poder guarda la llave del dinero público. Y con los fondos de todos... ya se sabe. Pero en el origen de esta versión política del cuento de la lechera están las papeletas de la jornada electoral. Por eso anda el partido en busca de nuevos nichos de votantes. Es entonces cuando una mente preclara se acuerda de los inmigrantes. "Han llegado a Mallorca en masa, si son nuestros hermanos sudamericanos tienen facilidades para obtener la doble nacionalidad, los argentinos son casi 25.000 ¿Cómo podemos llegar a ellos? Busquemos a sus líderes ¿Cómo hacemos que trabajen para nosotros? Vamos a ofrecerles un contrato pagado con dinero público". Es posible que usted deduzca que estamos hablando de una de las líneas de investigación del caso Maquillaje. La investigación ya ha finiquitado la carrera política de los grandes gurús de Unió Mallorquina y amenaza la propia superveniencia del partido tras las elecciones del 22 de mayo. Sin embargo, si se le ha pasado por alto algún detalle de la descripción es probable que haya creído que estamos hablando de 1998, cuando el Govern de Jaume Matas ideó la Operación Mapau para fomentar el voto de los argentinos hacia el PP ¿Cómo lo hizo? Ofreciendo contratos del Govern a los líderes de las comunidades de descendientes de Balears en Argentina. Unos miles de kilómetros son la tenue diferencia entre ambos casos.
Otra historia. La empresa adjudicataria de una importante obra pública decide ser generosa con quien le ha otorgado el premio. Tiene un remanente de dinero opaco al fisco y, por experiencia, conoce los procedimientos para hacerlo llegar a su destinatario. Puede ser el partido. Los gastos electorales son muy elevados. Si hay que ganar elecciones conviene contar con medios abundantes: merchandising con el logo del partido, tribunas, sistemas de megafonía y escenografías atractivas para los mítines, gente que ensobre papeletas... Es posible que el concesionario satisfecho no necesite demostrar su gratitud a toda la organización, quizás sea suficiente con entregar la dádiva a las personas que han resultado decisivas en el proceso de selección. Alternativa esta que supondrá un ahorro en el dispendio.
Esta descripción también puede dar pie a confusión ¿Estamos hablando del caso del Túnel de Sóller o del Palma Arena? ¿Estamos ante el empresario que pagó al menos 50 millones de las antiguas pesetas (300.000 euros) a cambio de explotar un agujero en la Serra de Tramuntana? ¿O tal vez nos encontramos en el barullo inmenso del Palma Arena, con pistas de ciclismo inservibles pagadas dos veces, marcadores electrónicos a precio de diamantes y maquetas de un teatro de la Ópera a 1,2 millones. Ahora la diferencia no se contabiliza en kilómetros de distancia, sino en euros. Un solo fleco multiplica por cuatro los importes juzgados y prescritos en el Túnel de Sóller.
Los asuntos que hoy se dilucidan en los tribunales demuestran que nada aprendimos del pasado. Que los mallorquines no hemos sabido poner coto a los desmanes. Que los políticos que salieron impunes de la corrupción del pasado no sirvieron de escarmiento para las nuevas hornadas. Tampoco lo esperábamos. La corrupción se repite desde los comienzos de la Historia. En España hay casos célebres como el de Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, capaz de llegar al asesinato. O especuladores urbanísticos como el Duque de Lerma, en tiempos de Felipe III, o la propia reina regente María Cristina, en el XIX. Algunos de los casos más célebres de corrupción en el siglo pasado se relacionan con Mallorca. El del ´estraperlo´ durante la II República tiene su origen en una ruleta trucada en el hotel Formentor. El de la Barcelona Traction, durante el franquismo, gravita en torno a la figura de Juan March.
Corrupción siempre la habrá y se reproducirá de forma periódica. El hecho diferencial de Balears es que los ciclos se han acortado hasta el punto de que las arcas públicas no se han repuesto del anterior saqueo cuando ya comienza el siguiente. Los casos Túnel de Sóller y Palma Arena están separados por una década. La distancia entre el caso Mapau y el tinglado de Maquillaje apenas supera un lustro. Este ritmo de latrocinio no lo soporta ni la más boyante de las economías.
* Diario de Mallorca - 9.01.10
Corruptos y encima poco originales
en
10.1.11
por UrbanismoPatasArriba
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Tema: ARTÍCULOS URBANISMO , NOTICIAS Baleares
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