Paraguay.- El peatón en Holanda

PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA/Asunción* : En las calles de Amsterdam no hay problemas de tráfico y las pocas dificultades tienen que ver con las bicicletas. Miles de ellas están aparcadas en la vía pública y la ciudad cuenta con una extensa red de ciclovías que se proyecta hacia las autopistas. Eso sí, ante la mínima distracción, el peatón puede ser atropellado por una bici si cruza la calzada en un punto no indicado. En la mayoría de los países europeos más avanzados las motos y los automóviles van quedando atrás y son reemplazados por un óptimo sistema de transporte público de pasajeros no contaminante. Así protegen el medio ambiente y evitan contribuir al calentamiento global. También preservan la salud de la población. Y como no pueden tener una red de metro, en la capital holandesa optaron por tranvías. Pero esa no es la gran brecha que nos separa de países como Holanda y Bélgica en materia de ordenamiento vehicular. Podemos considerar que el tema pasa por dos cuestiones que pueden parecer anecdóticas, pero que son elementales en el urbanismo y la vida ciudadana: En primer lugar, el respeto al paso peatonal. Tanto automovilistas como conductores de bicis y peatones respetan a rajatabla la franja peatonal. Ningún pedestre cruza la calzada por donde no se le antoje y ningún auto se detiene sobre ella en las bocacalles donde hay un paso de cebra. Basta con que el peatón ponga un pie sobre un cruce señalizado para que el vehículo se detenga y le ceda el paso. Nadie propina bocinazos a un anciano que trata de pasar peleando con su bastón. Tampoco aparece alguien que se apure en atropellar la franja al ver que se acerca un peatón para ganarle la carrera hacia la esquina. La otra cuestión importante tiene que ver con las paradas de ómnibus. No existe bus que alce o baje pasajeros fuera de las paradas, debidamente equipadas y señalizadas. Tampoco suben al cordón de las veredas a tontas y locas para que los pasajeros puedan saltar en plena marcha. Al contrario, los colectivos se toman su tiempo prudencial de unos minutos para alzar o bajar a sus usuarios. Transcurrido ese tiempo, cierran puertas y no abren aunque el Papa les siga corriendo. Todo se hace civilizadamente y en la debida forma. En nuestras calles impera la ley de la selva y del “mbarete”. Los famosos “corredores de colectivos” en los que tanto dinero está invirtiendo la Municipalidad de Asunción de nada servirán si no cumplen su función y si los colectiveros no cambian de actitud. Hasta ahora los buses no los utilizan, sino se adelantan sobre el otro carril en una alocada carrera. Entre paréntesis, vale acotar que para lo que cuestan estos corredores –casi 1.000.000 de dólares– tienen una terminación pésima y muy desprolija. ¿Es tan difícil conseguir calzadas de hormigón que tengan una superficie lisa y uniforme sin que parezcan hechas rústicamente con cucharas de albañil? El Reglamento de Tránsito vigente establece normas para las franjas peatonales y las paradas de ómnibus. Solo es cuestión de que alguien las cumpla y alguna autoridad municipal se encargue de hacerlas cumplir. Sería bueno que los candidatos a intendentes y concejales, en vez de gastar en tanta papelería inservible, elaboren y repartan a choferes y peatones un manual de cómo andar por las calles en forma civilizada.

* ABC.com - Opinión - 4.07.10
Foto: Asunción (Paraguay), vista - viajitis.com


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