Obras gallegas de nunca acabar

LAVOZDEGALICIA* : Con las obras en casa suele decirse que se sabe cuándo empiezan pero no cuándo acaban. Con algunas obras públicas pasa exactamente lo mismo. Decenas de infraestructuras de todo tipo, pagadas con el dinero de todos, se pudren a medio hacer en Galicia esperando -en algunos casos desde hace años- a que alguien, algún día, las termine y les dé el uso para el que fueron diseñadas. La falta de fondos durante su ejecución, una mala concepción del proyecto, un conflicto judicial, la desidia institucional y, ahora, la crisis económica son algunas de las causas que explican, juntas o por separado, que estas obras se hayan quedado a medias, convertidas en esqueletos de hormigón, metal y ladrillo que languidecen, en muchos casos, devoradas por las pintadas y las malas hierbas. Eso sí, entre todas se han despilfarrado ya un buen puñado de millones de euros.

Un monumento al gasto de dinero público sin control está en O Porriño. En idéntico estado de ruina y sin saber qué hacer con él. El centro de interpretación de la naturaleza, que costó 420.000 euros (300.000 aportados por la UE y el resto por el Concello) lleva parado ocho años. Bruselas ya ha reclamado la mitad de su subvención, pero de momento la devolución no se ha efectuado. También permanece en suspenso la estructura del polideportivo de Melón (Ourense), cuya demolición ordenó en el 2008 el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia por construirse a solo 75 metros del monasterio de Santa María, declarado bien de interés cultural. El pabellón sigue en pie, pero el alcalde, Alberto Pardellas, acaba de ser condenado a ocho años y medio de inhabilitación.

Parque de bomberos

Otra de las obras de nunca acabar es el parque de bomberos de Santiago, financiado por la Xunta, la Diputación coruñesa y el Ayuntamiento. Lleva cuatro años atrapado en el tiempo -el gobierno local interrumpió los trabajos al detectar un desfase económico y rescindió el contrato con la constructora- y aún no se vislumbra una salida. «Ahora mismo no hay solución. Habría que lograr un acuerdo entre las tres Administraciones para retomar el convenio y hacer una inversión. Pero en el momento en el que estamos es económicamente muy difícil», señala Marta Álvarez-Santullano, concejala de Seguridade Cidadá. De hecho, el parque de bomberos se adjudicó en su día por 1,9 millones de euros y se estima que rematarlo cueste un millón más.

No muy lejos, en Teo, la piscina cubierta y climatizada que quería construir el Concello ni tiene cubierta ni tampoco agua. La empresa adjudicataria de las obras -con un coste de 1,8 millones de euros- quebró y desde el 2007 solo se ha colocado el vaso. El gobierno local quiere contratar de nuevo los trabajos y ha solicitado apoyo económico a la Diputación coruñesa para sacar del limbo su piscina.

También entró en concurso de acreedores la firma encargada de la construcción del centro lúdico deportivo de A Parda, en Pontevedra. Fue hace casi dos años, el tiempo que lleva parada la obra. Hace solo unos días, la Xunta anunció que se reanudará, aunque a mediados del próximo año, lo que supone, según el Concello, que el centro no estará listo hasta el 2012. «Ao meu entender, a Secretaría Xeral para o Deporte deixou durmir os papeis, pasaron demasiados meses», afirma Anxos Riveiro, concejala de Deportes. «A visión do que hai a medio construír é terrible. Son dúas piscinas formigonadas e o paso do tempo non é bo para a propia calidade da obra», añade. Para Riveiro, la inversión inicial (2,7 millones de euros) se va a quedar corta.

Mamotreto sobre un pueblo

La residencia de la tercera edad del concello ourensano de Chandrexa de Queixa también necesitará más dinero (más de 1,2 millones de euros) para dejar de ser el mamotreto de hormigón y ladrillo visto que se eleva sobre el pueblo de Celeiros desde hace cuatro años. «Parouse por falta de financiamento», reconoce el alcalde, Francisco Rodríguez, quien asegura que, pendientes de la firma de un convenio con la Xunta, las obras podrían reanudarse el próximo año. «Lo que queremos es acabar la residencia. La necesitamos porque nuestra población es mayor, y porque crearía puestos de trabajo», concluye Rodríguez.

Otra obra fallida que parece resucitar es la estación de autobuses de Celanova, abandonada desde hace casi siete años tras gastar más de 350.000 euros, financiados en parte con fondos de la UE. Previo acuerdo con la Xunta, podría abrir en enero, según el alcalde, Antonio Mouriño. «Por más que peleaba no había manera. Un día dije: 'Cédanme la estación y la termino yo'. Supone un coste, pero es mejor eso a que no se use».




* La Voz de Galicia - 28.11.10
Foto: Melón (Ourense), mosteiro - picasa

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