Alicante/PGOU: una chapuza a la medida

ÁNGELES CÁCERES* : No escarmientan. La crisis brutal que sacude al mundo ha hecho saltar por los aires el falsamente hinchado mundo del ladrillo, mandando al paro a miles de trabajadores. La sobreexplotación urbanística y su destrozo medioambiental, en una provincia con escasísimos recursos hídricos y una desertización galopante, es incontestable. La capital está plagada de viviendas vacías, y las urbanizaciones llenas de cajitas de cerillas sin vender. Pero las mentes preclaras que, a todo correr porque se les vence el plazo, han diseñado el nuevo PGOU, manifiestan sin empacho que "se ha hecho para que Alicante pase de 300.000 habitantes a 500.000, porque eso es lo que queremos". Olé sus huevos.

Y quieren que ese crecimiento insostenible se realice a costa de cargarse las partidas rurales. Por eso han hecho un PGOU que de un plumazo arrasa toda una forma de vida secular, respetuosa con el entorno y perfectamente integrada en él. Y quieren, así lo repitió hasta la saciedad el señor Quesada, cuadricular el campo en parcelitas iguales de 500 metros con calles asfaltadas, farolas y carril bici junto a la calzada (¡ É!) "para que ustedes vivan tan bien como los que viven en la calle Maisonnave". Chúpate esa.
Así que el jueves 27 de noviembre se presentaron en el bar El Casal del Rebolledo, en el que no cabía un alfiler, el arquitecto Quesada, un miembro de su equipo, la alcaldesa Castedo y el concejal Sobrino, que alardeó de haberse pateado hasta el último palmo de terreno "en los 100 días y 100 noches que hemos pasado trabajando sin parar para redactar el Plan"; aunque le desmontaron el alarde, ya que en muchas partidas no le habían visto el pelo. Lo de los 100 días y las 100 noches lo repitieron hasta el cansancio, como si fuera un mérito a agradecer; del por qué habían mantenido el PGOU bloqueado tantos años y han tenido que hacerlo a correprisa, no dijeron ni mú. Claro.
Se presentaron con actitud entre prepotente y condescendiente, dispuestos a conformar a cuatro garrulos y seguros de que nadie les iba a sacar los colores. Y no se los sacaron porque están curtidos, pero al final Castedo abandonó la silla y se salió, y Quesada acabó con la cabeza entre las manos, abrumado por una batería de preguntas para las que no había respuesta, por lo que se quedaron sin responder: ni por él, ni por la alcaldesa. Pero quedó claro, (Quesada lo repitió varias veces), que en el PGOU había muchos errores "porque no hemos tenido tiempo de hacerlo mejor". Y aunque intentaran marear la perdiz, quedó claro también que el Plan recogido en DVD, no está completo ni pueden abrirse varios anexos. Y que, a su conveniencia y sin potestad para ello, a la línea recta del AVE trazada por ADIF le han dibujado una curva gigantesca, que deja al Bacarot como la gran (y única) reserva de suelo por donde en un futuro se podría meter ladrillo para agigantar Alicante. Y que lo que se presenta como vergeles, para cumplir con los metros que Europa exige como parques naturales y suelo no edificable de especial protección, son eriales de piedras y alacranes, o polígonos industriales, o el campo de entrenamiento del Hércules que el señor Ortiz acondicionó para poder levantar sus rentables torres en el corazón de la ciudad; pero es que a Europa hay que callarle la boca, porque si no, no suelta dineros. Y que La Alcoraya había sido borrada del mapa y señalada como zona inundable; si bien no se mentó que la alcaldesa pedánea había alentado a los vecinos a pedir ayudas por cada gotera que tuvieran, aunque fuera de una teja rota, y las ayudas se dieron, dando con ello al Ayuntamiento argumentación para declarar inundable toda la zona. Y que cuando a Castedo se le preguntó si habían sido vendidos determinados terrenos respondió con altivez "yo no los he comprado", pero cuando se le repreguntó "¿y el señor Ortiz?", calló.

Quedó claro, en definitiva, que el PGOU es una chapuza hecha a la medida de los depredadores del urbanismo feroz. Y debe saberse que el PGOU completo está encerrado en una caja fuerte, bajo la responsabilidad de un desertor del PSOE al que Alperi le puso un despachazo; y que cuando Ecologistas en Acción exigió ley en mano una copia se le proporcionó escaneada con baja resolución, por lo que gran parte del escrito, especialmente lo relacionado con las vías de tráfico, es absolutamente ilegible. Tal vez ello explique lo que el señor Quesada no fue capaz de explicar, o sea, que en la exposición que hizo del PGOU no aparecieran ni Fontcalent ni la vía rápida de cuatro carriles; que, dicho sea de paso, es por completo innecesaria. Vía que, puesto contra las cuerdas, confesó ignorar si sería de 50 metros de ancha o de 80É pero que, desde luego, tendría carril bici: una necesidad de primer orden entre los bancales.
El señor Quesada se pasó tres horas echando balones fuera, mascullando "no lo sé", "no hemos tenido tiempo", "lo hemos puesto por ahí pero a lo mejor va por otro sitio", "me equivoqué, es un error" y otras lindezas, acompañadas del aviso "si piensan alegar háganlo pronto, porque si lo hacen a última hora no tendremos tiempo de estudiar las alegaciones"; le faltó decir "y las denegaremos de un plumazo", pero se le entendió. Eso sí: la alcaldesa Castedo no dejó de alardear de su pretendida llaneza, tuteando y dejándose tutear por los vecinos de las partidas. Aunque cortara muchas exposiciones con un: "lo que tú quieres decir, Pepe (o Juan, o Antonio), es É" y acto seguido le diera la vuelta a lo expuesto, para decir exactamente lo contrario de lo que el vecino había dicho.
Lo bueno de la penosa reunión del Rebolledo es que la gente, con sus móviles, estuvo grabando imagen y palabras para que quedara constancia. Lo malo, que todos sabemos que van a hacer lo que les dé la gana, como lo están haciendo con el plan Rabasa. Lo peor, y me temo que inamovible porque quienes tienen que dar la aprobación definitiva en Valencia son de su misma cuerda, que con el PGOU, adjudicando a los de siempre obra pública ahora que ha caído la privada, seguirán forrándose los mismos a costa del bienestar común. Pena de país, Señor. Y pena de ciudadanía, que no tiene los redaños de poner en su sitio de una puñetera vez a los políticos y a los constructores que siguen haciendo y deshaciendo a su exclusiva conveniencia. Como si Alicante fuera su cortijo.





* Información - Opinión - 5.12.2008

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