Regalo envenenado

Domi del Postigo* : "No se va a derribar nada". Lo advertía el penalista Díez Ripollés en el curso `Territorio, Urbanismo y Corrupción´ de la Universidad Internacional de Andalucía, que se está celebrando esta semana en Málaga. El curso está dirigido por el profesor de la UMA Diego Vera, quien, junto al propio Ripollés y otros especialistas, ya había analizado los procesos de corrupción urbanística en el libro `Prácticas ilícitas en la actividad urbanística. Un estudio de la Costa del Sol´. Pero hubo que esperar judicialmente a que, después de años de complicidad en el escándalo televisado, un joven magistrado en comisión de servicio en Marbella, Miguel Ángel Torres, demostrara su honrosa vocación de tirar del hilo más fino, y casi fortuito, con la firme convicción de que se trataba del más resistente hilo de pescar, y de que tirando de él se podía cazar algún tiburón en medio de tanta ballena más blanqueada que blanca, acostumbradas a nadar sin apenas sobresaltos políticos ni judiciales en las aguas costeras.


El grado de complicidad en un sistema devenido de hechos consumados, con 30.000 construcciones ilegales `licitadas´ en 14 años sólo en Marbella, posibilitó cuatro mayorías absolutas que sostuvieron el esperpento gilista. De la misma manera que alcaldes imputados y en libertad bajo fianza, en algún caso elevada, han revalidado su alcaldía en las últimas municipales. Herencia de la victoria del sistema de hecho sobre el de Derecho.
En el curso de la UNIA el inspector jefe Fernando Vivas ha afirmado que los bancos no colaboran con la policía. En ese sentido podríamos recordar aquí la cadena de colaboradores necesarios que el entramado de la corrupción del ladrillo necesita, alguno de los cuales, abogados, notarios, jueces e, incluso, policías, están imputados en los sumarios abiertos, no sólo en el icónico Malaya.
Con todo, y después de constatar que durante demasiados años determinados estamentos de la Administración y de la Justicia no pudieron, supieron o quisieron frenarlo, al ciudadano alimentado con el ejemplo de ese vacío moral no le preocupa el delito urbanístico. Incluso saca de él conclusiones positivas a corto plazo. Mientras dure, a quienes les cae algo de lo que va dejando por el camino el febril movimiento económico producido les parece un regalo que da igual que esté envenenado.
No es de extrañar, por tanto, que en el último informe de Transparencia Internacional, y aun con la entrada de los países del Este a la UE, España haya bajado al puesto 14.
Quizá también por eso, y como ha revelado la penúltima parte del Malaya, cuyo secreto acaba de levantar para las partes el juez Torres, tan pocas personas a las que, por ejemplo, la constructora Aifos enviaba regalos (comidas, noches en su hotel de lujo Guadalpín e, incluso, jamones), se preocuparon en devolverlos. Se vive tan bien en este infierno donde arderán quienes lo hereden...




* La Opinión de Málaga - 12 JULIO 2007



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