Málaga.- La crisis y el retraso del PGOU impide llenar los vacíos industriales

SUR* : Hace mucho que su poderío industrial se esfumó, pero la transición de Málaga como ciudad manufacturera a la urbe turística, tecnológica y de servicios que pretende ser en el siglo XXI aún no se ha completado. Y no lo habrá hecho hasta que los vacíos que dejó el ocaso de la actividad fabril queden cubiertos por otros elementos urbanísticos más acordes a esa nueva definición de ciudad. A vista de pájaro es fácil identificar las grandes cicatrices que ha dejado en la ciudad la desaparición de sus mayores infraestructuras industriales: los depósitos de Repsol, la Térmica, la fábrica de teléfonos Citesa, Confecciones Sur, la industria química del Amoniaco y los talleres de Hitemasa, entre otras. El espacio que un día ocuparon aquellas industrias tan señeras está hoy baldío, transformado en enormes solares que, según la estación del año, ofrecen un aspecto embarrado, terrizo o herboso. Y no por falta de ideas sobre qué hacer con estos terrenos, pues sobre ellos están diseñados algunos de los proyectos urbanísticos que más podrían contribuir a cambiar la imagen de la ciudad.

Pero los continuos retrasos en la aprobación del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y, sobre todo, la crisis han congelado su desarrollo. Actualmente, la mayoría de las iniciativas para construir torres de viviendas, oficinas, hoteles o parques empresariales donde un día humearon fábricas están completamente en el aire.
El ejemplo donde más claramente se observa la nefasta conjunción de la mala coyuntura económica y las trabas burocráticas es el de las torres de Repsol. En 2006, el Ayuntamiento de Málaga firmaba el convenio urbanístico más cuantioso ligado al nuevo PGOU: un acuerdo con la promotora Comarex abría la puerta a la construcción de los primeros rascacielos de la ciudad -cuatro bloques con 1.300 viviendas- en los terrenos de los antiguos depósitos de petróleo, en lugar del gran parque que en principio se había proyectado. A cambio, el consistorio se embolsaría 82,3 millones de euros. Cinco años después, el PGOU sigue sin estar totalmente aprobado, al Ayuntamiento le faltan por embolsarse 70,3 millones y la situación económica ha cambiado mucho, demasiado. De hecho, la promotora del proyecto, que ya no es la misma que en 2006 -ahora lo lideran Caixa Galicia y el Grupo Dae-, ha pedido revisar la cantidad a pagar.
Las cuentas no salen
Y es que las cuentas no salen. Los pisos no se venden al mismo precio que hace cinco años; es más, ni siquiera se venden. El mismo problema le han mostrado al Ayuntamiento los promotores de Citesa y La Térmica, también condicionados al nuevo plan de ordenación urbana. La antigua fábrica de Martiricos fue demolida el año pasado a toda prisa después de que surgieran voces que pedían su protección arquitectónica, pero el proyecto para construir dos rascacielos, un edificio de VPO y un parque aún no tiene fecha de inicio puesto que sus promotores, Espacio y Unicaja, están negociando una rebaja de los 11,6 millones de euros que deberán abonar al Consistorio cuando entre en vigor el PGOU.
El extenso solar que dejó La Térmica quedará pronto desocupado cuando las instalaciones de Limasa se trasladen a su nueva ubicación en Los Asperones. Pero el proyecto para construir viviendas, oficinas y hoteles en esta zona está ligado a un convenio de 40,6 millones de euros que Endesa debe pagarle al Ayuntamiento cuando se publique el nuevo PGOU. Y esa cantidad de dinero también está en cuestión.
Más compleja aún es la situación urbanística del enorme solar de la fábrica del Amoniaco. Parte del terreno está destinado a albergar la ampliación del Centro de Transporte de Mercancías, mientras que otra parte previsiblemente servirá para reubicar las naves del polígono San Rafael. Unas actuaciones que están vinculadas a un acuerdo que firmaron hace nada menos que 12 años el Ayuntamiento y la Entidad Estatal de Suelo Sepes, y que ahora está dando sus primeros y tímidos pasos. Una tercera zona de este sector, destinada a albergar viviendas, está vinculada al nuevo PGOU.
Otras actuaciones proyectadas sobre suelos industriales no se han visto retrasadas por trabas urbanísticas, sino simplemente por la crisis inmobiliaria. Es el caso de Innova Park Málaga, el parque empresarial diseñado sobre los terrenos de Hitemasa. En 2008 debería haberse puesto en servicio la primera fase de este ambicioso proyecto, cuya inversión prevista superaba los 120 millones. Pero los problemas internos de su promotora -un consorcio liderado por ING- y la falta de perspectivas de comercialización dieron al traste con todos los plazos. Hoy sigue sin saberse cuál será su futuro.
Los bloques de viviendas proyectados en el espacio que ocupaba Confecciones Sur y el complejo de oficinas planteado en Cervezas victoria -una de las pocas fábricas que aún sigue en pie, aunque en desuso- también están en el aire por problemas financieros de sus promotores o, simplemente, por la falta de una coyuntura económica apropiada.


* SUR - 17.04.11
Foto: Málaga, terrenos Repsol vista aérea - laopinionmalaga

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