A Coruña.- Parking O Parrote: ¿Y ahora quién va a tapar este boquete?

ELMUNDO* : Corría el año 2002. La ciudad de A Coruña se enfrentaba a uno de sus grandes retos, la construcción definitiva, la panacea de la modernidad: un enorme parking situado en pleno casco urbano, destinado a acabar con el via crucis de comerciantes y residentes que no encontraban dónde dejar su coche en una de las ciudades de mayor concentración urbana en Europa. A Coruña soñaba con el parking de O Parrote. Tardó más de lo esperado, pero por fin empezaron a sonar excavadoras y las palas mecánicas retirando la tierra del inmenso solar. Se hizo el ansiado boquete pero nunca se llegó a tapar. ¿Las razones? Burocracia, por un lado e intereses económicos, por otro.

Falta de entendimiento entre el Ayuntamiento, responsable de la licitación de la obra, y la Autoridad Portuaria, concesionaria de los terrenos. Y la guinda del pastel: un hallazgo arqueológico que propició la aparición de la Xunta de Galicia y su Dirección de Patrimonio Histórico.

Ha pasado el tiempo, los sillones de gobierno han visto cómo iban y venían diferentes arquitectos, políticos y constructores. A Coruña lleva con las tripas abiertas más de ocho años. Ésta es la cronología de su agujero negro.

Año 2002

En 2002 la Autoridad Portuaria avisa de la convocatoria de un concurso para la construcción de un parking en O Parrote, una zona situada en pleno casco histórico, muy cercana al mar y a las calles más turísticas de la ciudad. A los concursantes se les pedían tres condiciones: estacionamiento para 700 coches, prever una instalación de un centro comercial de dos plantas y un vial subterráneo que ocultara el tráfico para convertir La Marina, la zona más fotografiada de A Coruña, en peatonal.

Año 2003

El 31 de julio de 2003 se otorga la construcción a Copasa. Y se anuncia la construcción de dos parkings subterráneos, no sólo uno: el de O Parrote, con una inversión de 9,4 millones de euros, y el de As Ánimas, de 4,9 millones. En total más de 800 plazas de aparcamiento en una misma zona que, poco después, comenzaron a venderse a unos compradores que no sabían la que se les venía encima.

La concesión de las obras tardó más de un año en ser adjudicada. Su comienzo tardaría cuatro años más.

De 2004 a 2007

Durante este tiempo, los protagonistas del proyecto se pasan el problema de unos a otros como una patata caliente.

La Autoridad Portuaria acusa al Ayuntamiento local del retraso de la obra. El Ayuntamiento, a cuyo frente se encontraba entonces el socialista Francisco Vázquez, da largas a la actuación. ¿La razón? Multitud de contratiempos: pequeños hallazgos arqueológicos, vecinos que recurren a los tribunales y cambios en el proyecto inicial. ¿El resultado? En mayo de 2005 las obras del aparcamiento de O Parrote ni siquiera tenían licencia municipal.

2007 y 2008

Comienzan por fin las obras, que no tardarán mucho en detenerse. Los peones que trabajaban en la excavación se encuentran ese verano con algo extraordinario: aparecen los restos arqueológicos de una muralla que protegía la ciudad, un auténtico baluarte del siglo XVIII.

La presencia de esta fortaleza está perfectamente documentada desde hace más de un siglo, pero los responsables de la Autoridad Portuaria insisten en que su hallazgo fue toda una sorpresa. Ni siquiera se advirtió de su posible existencia durante la prospección del terreno.

Entra en escena la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de Galicia, que exige la protección y conservación de los restos arqueológicos. Como consecuencia, hay que rediseñar el proyecto y limitar el número de plazas de aparcamiento programadas, lo que reduce la rentabilidad del aparcamiento de O Parrote.

Las obras se detienen. Tanto, que a día de hoy no se han reanudado.

2009

2009 fue el año de los buenos propósitos. Empezó con la propuesta de la empresa Klaus Iberia de crear un parking robotizado para apilar los coches. La idea contó con el beneplácito de la Xunta y del gobierno local: resultaba más barata y se añadían unas 200 plazas más. No siguió adelante.

A finales de ese año, también un grupo de arquitectos presenta otra alternativa al problema. PP, PSOE, BNG, Autoridad Portuaria y Ayuntamiento fueron todo oídos. Según ellos, lo importante era tapar el agujero cuanto antes. Tampoco esta propuesta vio la luz.

Lo que sí ocurrió es que O Parrote se convirtió en el parking de las dagas voladoras, de echar la culpa al vecino porque nadie quería hacerse responsable.

Javier Losada, heredero del mandato de Francisco Vázquez y actual primer edil coruñés, aseguraba que el parking era “competencia de la Autoridad Portuaria y de la Xunta de Galicia” por dictaminar que se conserven las murallas encontradas. Desde el consistorio de María Pita se desvinculaban así del problema.

El Puerto lo tenía claro: la culpa era del Ayuntamiento, que pospuso el comienzo de las obras hasta 2007, aunque su adjudicación se había hecho en 2003. Todo un récord en licitación de proyectos.

2010

Y llegamos al presente año, marcado por diferentes propuestas por parte de la Autoridad Portuaria, ninguna de ellas plenamente satisfactoria para vecinos, gobierno local y partidos políticos.

El Puerto arranca el año lanzando una nueva idea. Debido al recorte de las plazas de aparcamiento pedía repartir sus 3.000 metros cuadrados de superficie comercial en seis edificios distintos.

El problema era que uno de ellos superaría la rasante del Parrote y, por lo tanto, tapaba las vistas al océano de una zona monumental. El Ayuntamiento advierte de esa barrera visual y el Puerto decide enviar el borrador, aún así, a Urbanismo.

En marzo, la cuestión gira en torno a esta superficie comercial; el PP se opone en redondo. Carlos Negreira, su portavoz municipal, insiste en que hay que dejar libre un área “emblemática y esencial para la ciudad”. Los colectivos vecinales se llevan las manos a la cabeza: ¿cómo van a tapar las vistas al mar por un centro comercial más? Según ellos, sobran.

Desde la Xunta, el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, tampoco se muestra entusiasmado con el tema. Un mes después el Ayuntamiento lo rechaza. Obdulia Taboadela, concejala de Urbanismo, da dos opciones a la Autoridad Portuaria: indemnizar a Copasa por la pérdida de plazas de aparcamiento por la muralla o prolongar el número de plazas de manera subterránea por el paseo marítimo para no desembolsar ese dinero.

El último episodio

El Puerto se sienta por enésima vez a rediseñar el proyecto, esta vez sin centro comercial. Pero días después su presidente, Enrique Losada, confiesa que la Autoridad Portuaria no tiene liquidez para pagar la indemnización a Copasa.

El último capítulo del culebrón coruñés es una propuesta por parte del Puerto: están dispuestos a renunciar al aprovechamiento comercial siempre y cuando el Ayuntamiento les ceda un equivalente en otro lugar.

Ahora todos se preguntan qué va a ocurrir. Hace ocho años que empezó el problema, tres desde que los coruñeses renunciaron a pasear por una de sus zonas favoritas junto al mar.

La Autoridad Portuaria parece querer defender sus intereses con uñas y dientes a costa del bienestar de la ciudad. El Ayuntamiento defiende esos intereses a costa de mirar hacia otro lado.

El uno por el otro y el boquete sin tapar.





* El Mundo - 5.07.10
Foto: El aparcmiento arrastra una retahíla de denuncias - elmundo.es

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