A Coruña.- Incoherencias irremediables Otrosidigo

CELSO FERREIRO* : Al Gobierno municipal de La Coruña, enredado en sus propias contradicciones, le resulta cada vez más difícil relacionarse con la sociedad, porque al resbalar en sus promesas utiliza, sin pudor, su astuta apoteosis para sostener una tesis y la contraria. Ante tan incuestionables evidencias, la desconfianza del vecindario va in crescendo, como lo prueba el rosario de sus embrollos: el Plan General de Urbanismo y su maraña normativa, el conflicto con la Autoridad Portuaria, el enlace de Ikea y la picaresca de carlancón en rebajar un céntimo para no superar el 20% del presupuesto del Mirador de los Castros que exige la ley. Las incoherencias en la actuación de los munícipes son remediables: les han cambiado drásticamente la partitura y no tienen otra que defender lo que no creen.

Su recurso es, por elemental, muy conocido: sacudir sus propias culpas y escurrir el bulto, actitudes en las que el alcalde ofrece la más original versión de sí mismo. Es un elenco intercambiable que se asocia a esa clase de personajes que suelen mirar con ira la piedra en la que vuelven a tropezar. Para el Sr. Losada y quienes le acompañan hace añares, debe ser muy triste mirarse al espejo y advertir que para salvar la nómina defienden aquello que hace tiempo dejaron de profesar. En este clima de melancolía registramos la desaparición de otro antiguo café: el Universal. Hasta hace poco, se clausuraban los cafés para dar paso a los bancos. Ahora será al revés: la fusión de las cajas anuncia la liberación de muchas sucursales. Pero son locales reducidos, que no permiten asiento y tertulia. Los antiguos cafés desaparecen, porque no siguieron el ejemplo de la SGAE: haber puesto un canon para la conversación o por el tiempo de permanencia. Había algunos en los que las señoras hacían chalecos de punto durante la velada. Lo triste es que no nos queda ni el recuerdo de una cucharilla, ni tampoco la voz cantante del sochantre de las tertulias.

"Resolveremos el problema de Penamoa y seremos muy aplaudidos," proclamó más de una vez el alcalde. El asunto está en la Justicia, los vecinos exasperados le han dejado una chabola en el Ayuntamiento y al delegado del Gobierno, fariña. ¡Ay Ameijeiras si tu volvieras! Otra que danza es la concejala de Cultura, quiere un Centro Coreográfico. El problema no es administrativo, es la Sra. Bravo, upega dogmática (viene a ser un oxímoron) que trata de acopiar más medios para proseguir la difusión cultural, desde su personalísima visión unidireccional, como si el arte debiera estar sujeto a intereses políticos.





* La Opinión A Coruña - Opinión - 7.07.10


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