LAPROVINCIA/LasPalmas* : "Se beneficia a los nuevos ricos en perjuicio de los vecinos de toda la vida", denuncia el presidente de la Unión Vecinal. Donde hace décadas corría el agua hoy se levanta un colorido barrio encajado entre las laderas de un barranco. A su peculiar situación orográfica hay que sumarle la construcción de numerosos chalés en la parte alta a partir de la década de los 80 que multiplicó la población de este humilde barrio.
La vida de los vecinos del Barranquillo Don Zoilo, que empezó a construirse hace 70 años, cambió radicalmente con la llegada de los nuevos propietarios. No sólo se vio alterada la imagen del barrio, sino que anuló la posibilidad de realizar nuevos accesos por la parte alta como reclamaban los lugareños. "Nos enterraron en cemento. Nos hemos quedado sin ladera donde se podían haber hecho parques o jardines para el disfrute de todos. Se beneficia a los nuevos ricos en perjuicio de los vecinos de toda la vida", asegura Matías Dávila, presidente de la Unión Vecinal Don Zoilo.
Dávila pone como ejemplo la salida de la calle Maestro Rodó que está cerrada por una valla de la Urbanización Jardines de Chil porque "dicen que esa calle es particular, pero es del barrio". El presidente de la asociación, que lleva 10 años luchando por la apertura de la vía, asegura que existe una sentencia firme que obliga al Ayuntamiento a abrir ese tramo, pero que éste argumenta que no tiene dinero para pagar la expropiación. "Lo que hace falta es voluntad política", añade.
Mientras tanto los vecinos, muchos de ellos ancianos, tienen que subir 185 escalones para llegar a esta zona del barrio cuando la carretera "les dejaría a las puertas de sus casas". Precisamente son las personas mayores las que más sufren las consecuencias de vivir en cuesta.
"Todas las comodidades son para las urbanizaciones y las incomodidades para el resto", dice Dávila, que lamenta que el aumento de la población no haya venido acompañado de mejoras para el Barranquillo Don Zoilo, que tomó el nombre del antiguo propietario de estos terrenos.
Los habitantes piden que el edificio donde se ubica actualmente la asociación de vecinos, que será trasladada al nuevo centro cívico, se utilice para una guardería municipal, ya que el barrio, en el que viven unas 3.300 personas, no dispone de ninguna. "Podemos estar tranquilos porque el único pulmón que nos quedaba en el barrio no se ha utilizado para especular, sino para construir lo que realmente necesitábamos", explica Dávila, quien denuncia que muchos de los terrenos donde hoy se levantan los chalés estaban recogidos en el plan general de ordenación como espacios libres o zonas verdes.
En la época de la posguerra emigrantes venidos del norte de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote comenzaron a edificar en los laterales del barranco donde también vivían familias enteras en cuevas y en endebles casas de chapa. "No había nada que comer y había que buscarlo en tomateras y plataneras. Pasamos mucha miseria", dice Santana, que nació en una de las casas del barrio.
"Cortaban los bidones de petróleo y los golpeaban hasta hacer planchas que servían como paredes y con cartón piedra hacían los techos y las divisiones de los cuartos", recuerda Dávila. Con el paso del tiempo muchos de estos habitantes fueron saliendo del barranquillo según iban entregando viviendas de protección oficial.
Cuando corría el barranco las frágiles viviendas se llevaban la peor parte, junto a "cochinos, cabras y gallinas que se ahogaban por el barranco", dice Miguel Reyes, otro vecino. "Era un barrio pobre donde la gente se dedicaba a recoger basura para venderla como abono", añade. Los más ancianos todavía recuerdan cómo en una ocasión el agua se llevó por delante el circo Toti instalado en la orilla. "El agua corría de verdad", señala Reyes.
Cuando no corría el agua, lo que pasaba la mayor parte del tiempo, el cauce del barranco se utilizaba como una parte más del barrio. De una ladera a otra el cura proyectaba películas con la condición de que durante el descanso tenían que ir todos al catecismo.
La labor de la iglesia es recordada aún en el barrio. Gracias al sacerdote Eduardo Villar Reina, nombre de la calle principal del Barranquillo, se impidió que se enterrara todo el barrio como pretendía el alcalde José Ramírez Bethencourt. "El alcalde quería unir Escaleritas con Schamann, pero el cura consiguió que se construyera una carretera y se instalara una red de alcantarillado", explica Reyes. "Desde los años 70 hasta ahora el barrio ha dado un vuelco importantísimo".
* La Provincia - ELISA ARDOY - 20.07.09
Foto: El Barranquillo Don Zoilo - YAIZA SOCORRO - laprovincia.es
Enterrados en cemento
en
21.7.09
por UrbanismoPatasArriba
Unknown
Tema: NOTICIAS Canarias
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios :
Publicar un comentario