"Era bonito, pero han construido demasiado"

ELPAÍS/Entrevistas/Alicante* : Sandro Marteli se prejubiló de la multinacional en la que trabajaba en Italia, y hace tan sólo dos años que reside en la urbanización La Florida de Orihuela. "Llevábamos 20 años viniendo a veranear, la costa era muy bonita, pero ahora han construido demasiado por todas partes", admite.

Jymy Maurren era policía en Irlanda, y se retiró "por seguridad" para poder descansar en la urbanización Villa Martín de Orihuela. "No conocía antes la zona, vine y en cuatro días compré esta casa, pero ahora hay demasiado ladrillo". La mayoría de ellos tienen dinero, tiempo libre y disfrutan con otros compatriotas en bares o clubs privados donde celebran sus fiestas semanales. Joseph, de 70 años, y Wendy Bonici, de 62 años, son británicos afincados desde hace ocho años en Moraira (Marina Alta). Cuando su marido estaba a punto de jubilarse fueron a una exposición de casas en España, y unos amigos suyos les hablaron de la Costa Blanca. "Yo quería Benidorm, pero vinimos una semana a Moraira vimos tanto verde y tanta tranquilidad que nos compramos una casa", recuerda Wendy.


"Faltan servicios básicos"

El desarrollo masivo del urbanismo no ha ido acompañado de las dotaciones de servicios necesarias. Peter y Verónica Knipp, vivían en Berna (Suiza), y hace 13 años se trasladaron a la urbanización El Presidente de Orihuela que conocieron a través de amigos y familiares. "El clima de aquí es perfecto para nuestra salud", admiten estos pensionistas que se muestran muy críticos con el deterioro y la falta de servicios. Desde que compraron la casa en 1988 hasta 1991 estuvieron viviendo con luz de obra. "Los cables en la calle, todo por terminar", recuerdan. Ahora critican "la falta de servicios básicos": médicos, hogares de la tercera edad, áreas lúdicas o zonas deportivas. "Tengo que ir a Torrevieja, recorrer 32 kilómetros en coche, para poder hacer algo de deporte, porque aquí no hay nada", explica Peter indignado.

En la Marina Alta, Mario Matos, de 75 años, es vicepresidente de la Asociación Francófona de Teulada-Moraira. Recaló primero en Gandia donde tenía un amigo, luego conoció Moraira donde hace 40 años compró una casa pequeña, luego una más grande y cuando se jubiló definitivamente se instaló aquí. "Estamos muy bien, además el Ayuntamiento nos cuida mucho, tenemos un salón para reunirnos", explica Matos que dejó Ginebra por el frío y la humedad. "Aquí venimos por el clima, antes los precios estaban muy bien, pero ahora no tanto", apunta. En la Asociación francófona, que tiene más de 110 miembros, realizan excursiones y actividades. Ahora preparan un viaje de cuatro días a Almagro, Úbeda, Córdoba y Jaén. Estas son las pinceladas vitales de los extranjeros que recalaron en una Costa Blanca casi virgen y que ahora sienten amenazada.

"Todo está urbanizado y hay mucha gente"

El suizo Gerard Peret está casado con una sueca; primero, venían de vacaciones hasta que en 1990 compraron una casa en la urbanización Los Almendros en la zona de Orihuela Costa. "Fue una casualidad, nos gustaba mucho, pero ahora ha cambiado todo por el excesivo desarrollo incontrolado, todo está urbanizado, hay mucha gente", se lamentan. Al igual que George Hammer, un alemán de 73 años que pasa largas temporadas en la urbanización El Presidente, de Orihuela Costa. Se retiró de su trabajo, regentaba una empresa de alquiler de coches y taxis, y vino a la tranquila Costa Blanca en busca del "clima y el sol", ahora junto a su esposa Anna recorren con su autocaravana media España. "Aquí lo más complicado en esta urbanización es encontrar alguien que hable español", admite este matrimonio que regresa cada año varios meses a su país. Los residentes extranjeros en Torrevieja y Orihuela Costa acuden a bares donde encuentran a paisanos suyos, tienen sus propias empresas de servicios, supermercados e incluso medios de comunicación en su idioma.





* ELPAIS.com - 08/09/2008
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