Baleares.- Precio y materia de la corrupción

En las islas Baleares, como en otras Comunidades, la corrupción urbanística ha dado pasos de gigante y, además, descaradamente. Ya no hace falta ocultarse, las huellas dejadas por políticos, empresarios y financieros sin escrúpulos están a la vista de todos. Son muchas de esas infraestructuras inútiles, de pequeñas construcciones en medio de parajes protegidos o de enormes urbanizaciones ilegales que un día aparecen sin saber cómo y que han sido levantadas gracias a comisiones, dinero negro y tráfico mafioso de influencias. Al final quedan ahí, como extraños objetos, para lamento de próximas generaciones que, con toda justicia, deberán echar en cara a la presente su falta de vergüenza y/o su desidia ante la enorme corrupción existente actualmente.
"ANDREU MANRESA* : Estamos rodeados. Pisamos, usamos y pagamos la herencia de la corrupción aunque lo ignoremos. Habitamos sobre la materia del delito. Pagamos sus consecuencias y las hipotecas invisibles. Nos cruzamos con corruptos sueltos, imputados o sin citar en los juzgados y vemos a otros marcados en la omertá o condenas calientes. Supuestos puristas lanzan, infalibles, soflamas de honestidad y anatemizan al otro aunque han crecido en su tufo. La esencia mafiosa obliga a despreciar, ignorar y ocultar. La verdad, la herida, no se sella y sus hipotecas no vencen. El corrupto contemporáneo deja su huella a la vista o bajo tierra, porque el fraude a los intereses generales se evidencia, es concreto, existe en cifras. La comisión, el soborno, el abuso pactado del sistema de mero amiguismo comporta merma de calidad y servicios. Lo que se echa en falta es el precio de lo robado, la mordida. Es el tanto por ciento que se malversa de la caja común para satisfacer a la red de cobradores, a los capos y su cadena: comisionistas, husmeadores, conseguidores, receptores y hombres de paja.

Con esos sobrecostes, las obras, servicios, materiales y medios son peores o más caros. En la aplicación del camuflaje, el robo, está hinchar las facturas y horas de excavadoras, más camionadas que las reales, la reducción de centímetros de grava y asfalto en millones de metros cuadrados.

Lo que se oculta y no se ve es incuantificable. Debajo del pavimento, en acequias o túneles. Se dieron sospechosas compras masivas de piedra pavimento a precio desmesurado. Está en Palma, en grandes paseos y plazas.

Debajo de una de esas superficies de piel corrupta debió horadarse un paso subterráneo gigante, soterrar una gran vía. No se ejecutó y se pagaron 300.000 euros para evitar el reto. Con los años, allí se abrió el suelo y es una gran obra, pésima. Se hizo a tramos con muchas empresas agraciadas y el proyecto se trazó sobre la marcha, como avanzaba el tren en la conquista del Oeste.

Tal cual, con prisa, menos materiales y acabados, las infraestructuras son deficientes y ultra caras. Pocas veces las carreteras, diques, edificios públicos, túneles, se ajustan al precio de la adjudicación. Los costes finales se disparan porque los proyectos siempre se modifican y complementan. En estos sobrecostes están las ganancias y el pacto invisible. A los grandes contratistas se les impuso socios locales y esos buscaron a subcontratistas. Camuflaje y reparto de riesgos.

El amiguismo, la manipulación y los ojos cerrados de los puristas se mueven tras los sobres cerrados de las concesiones, concursos, subastas, compras y privatizaciones de facto. La corrupción nace y se paga. Tiene precio, fidelidades, sobreentendidos, a veces bastan miradas y gestos.

Con esos amaños se levantaron castillos de naipes, complejos inacabados, se hicieron y destrozaron parques para empeorarlos, se alzaron pirámides de exaltación personal inservibles, más otros despropósitos monumentales en desuso, que se oxidan ante la mirada de todos. Otro despilfarro son los años perdidos.

Las preguntas con dardo van hacia la mampostería de piedra y mármol, en los millones de adoquines siempre idénticos, kilómetros de rejas, miles de farolas, contenedores, toneladas de tapas de fundición mil veces repetidas.

La piel y la materia de la corrupción de Palma estuvieron en los ataúdes, en las tumbas y servicios fúnebres. El sistema sucio con sus métodos hundió a empresas. El escándalo funerario se concretó, ahora, con tres años de cárcel para el sujeto.

Un alcalde constructor de Palma, mientras era concejal, anunció a su mujer que le habían regalado una participación en la sociedad que iba a crear un camposanto privado. Otra empresilla del edil hizo obras en el cementerio faraónico y cargó una deuda privada de seis millones de euros. El Gobierno, la caja y el banco locales se pillaron los dedos con decenas de millones. El alcalde constructor quebró, su números rojos fueron perdonados y él, con dinero de todos, compró el cementerio ruinoso a sus bancos.

La corrupción lo ha contaminado casi todo, está adherida fatalmente al paisaje político y se extiende a la vida social, está siempre presente. Es una inercia histórica que se ha extendido como una doble piel natural sobre el cuerpo de la realidad democrática. La tradición tiene ya casi cuatro décadas aunque la raíz proviene de la dictadura. Tiene nombres y autores. No es una maldición natural.


* El País - Andreu manresa - 9.3.14
Foto: La corrupcción está oculta, basada en las leyes de la mafia. / TOLO RAMON

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Vecinos contra la ruina de Ferrol Vello

En Galicia convive lo peor de la corrupción urbanística, así junto a numerosas construcciones ilegales de nueva planta se ha permitido que pueblos y ciudades de enorme interés patrimonial estén cerca de la ruina. Es el caso del antiguo Ferrol, conjunto declarado como 'Bien de Interés Cultural', que poco a poco se está cayendo a pedazos ante la desidia en su mantenimiento por las autoridades competentes (municipales y autonómicas). El hartazgo vecinal ha llegado al punto de iniciar manifestaciones de protesta, aunque con casco de protección por si acaso se vienen abajo las viejas edificaciones.
"ELPAÍS* : Llevan casco pero no son obreros. Son los vecinos de Ferrol Vello que tienen que convivir cada día con la ruina que carcome a un barrio histórico y protegido por la Xunta como Bien de Interés Cultural (BIC) por su valía arquitectónica. Hoy se han puesto el casco para parapetarse contra los trozos de fachadas y cornisas que se deshacen como arena después de tres meses consecutivos de lluvia y que amagan con desprenderse en cualquier momento. “Queremos vivir aquí pero no entre ruinas”, clamaron por el altavoz.

El casco es una protección pero también ha sido ingrediente y protagonista de la protesta. Fue este mediodía durante una concentración vecinal en la Praza Vella, epicentro de un barrio que está a un paso de los pantalanes de Curuxeiras pero que se parece más a un decorado de posguerra que a un espacio público. Un buen tramos de la Praza está inundado por los cascotes y con amplias zonas totalmente impracticables y acotadas con vallas para cerrar el paso a los imprudentes.

La protesta de este sábado no fue la primera y reunió a medio centenar de personas de todas las edades que llegaron a pie o en bicicleta. Detrás de esta convocatoria está A Comisión Cidadán pola Recuperación de Ferrol Vello, enfrentada a la directiva vecinal del barrio a la que reprochan que se hayan olvidado de una parte de la vecindad, concretamente de las cinco familias afectadas por el desalojo de tres inmuebles de la calle Carmen Curuxeiras el pasado enero -los números 10, 12 y 16- y varios desplomes sucesivos.

El último fue esta misma semana, en la madrugada del pasado lunes y afectó al número 51 de la calle San Francisco, en la casa natal de Ricardo Carvalho Calero, una propiedad por la que el Ayuntamiento de Ferrol pagó 350.000 euros hace tres años con la idea de rehabilitarla como centro cívico, un proyecto muy ambicioso que sigue congelado. “Es gravísimo que un edificio público lo dejen caer así”, se quejaron.

“No estamos muertos de puto milagro”, aseguró rotunda Mariluz. Esta jubilada vivía en el primer piso del número 12, uno de los tres bloques desalojados por la policía local de la calle Curuxeiras la noche del 15 de enero. Es una de las arterias de Ferrol Vello por la que discurría el primer tramo del Camino Inglés a Compostela desviado 'provisionalmente' desde hace más de un año. En el lateral del edificio de Mariluz hay una grieta muy profunda que forzó el desalojo de nueve personas: siete adultos y dos niños del número 12, y dos vecinos más de los números 10 y 16. La culpa, explican los propietarios, la tuvo una viga solitaria y podrida que flota sobre el solar de lo que fue el número 14. Un viejo tronco de madera que ha sido suficiente para herir de muerte a un inmueble de tres plantas mucho más nuevo y dejar sin casa a las tres familias que lo habitaban.

A Ángeles Rivera, 'Gelines, como la llaman sus convecinos, se le saltan las lágrimas. A finales de este mes cumplirá los 76 y ha pasado en Ferrol Vello todos y cada uno de sus años desde que nació en una casa de la calle Mártires en la primavera de 1938, en plena contienda civil. De lo que fue a lo que es, ya no queda nada, dice. “Estaba la Pysbe y la fábrica de lápices. Venían las lanchas de Mugardos y Maniños -al sur de la ría- con los obreros para Bazán. Había tres ultramarinos, dos pastelerías y, por lo menos, dos barberías la misma calle”, rememora. “Esto era una verdadera calle Real. El centro del centro. Un barrio con vida que ahora, ya ves, da peniña verlo”, se lamenta. Critica que una pala excavadora metida en la Praza Vella le echara abajo un patín, una pequeña terraza amurallada que todavía quedaba en pie de una vieja casa de su propiedad que está dispuesta a reclamar donde haga falta.


* El País - LORENA BUSTABAD - 8.3.14
Foto: Vecinos de Ferrol Vello, esta mañana durante la protesta por el abandono del barrio. / GABRIEL TIZÓN

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