EL CONFIDENTE* : El mismo día que la fulgurante carrera de Montserrat Corulla se truncó, recibió un sms poco antes de las diez de la mañana, un sms procedente del celular de su adiestrada secretaria, Ursula Quinzano. El texto decía: "Montse, llámame. Policía de paisano preguntando por nosotros. Valeriano, el portero, no le ha dejado entrar”. Aquellas escuetas palabras eran el principio del fin. La mujer de paja encargada de gestionar los negocios hoteleros de Juan Antonio Roca no era consciente ni de que iba a ser detenida, ni del gran interés que tenían sus conversaciones telefónicas. Uno de los agentes de la unidad de blanqueo de la Comisaría General de Madrid, que ha declarado estos días en la vista que se sigue por el caso Malaya, aseguró que la abogada había intentado ocultar tres cajas con documentación minutos antes de que la Policía irrumpiera en sus oficinas y la detuviera. Lo que letrada ignoraba entonces era que, además de las grabaciones de la policía, también el novio que tenía había pinchado su teléfono por motivos diferentes a los judiciales: celos puros y duros.
La mañana del 29 de marzo de 2006, Ursula Quinzano, hizo lo posible por poner ‘a salvo’ cierta documentación. Para ello se valió del bueno de Valeriano, el fiel portero, que se las agenció como pudo para que los agentes no se colaran en el inmueble de Príncipe de Vergara 47, sede de la empresa Condeor S.L. administrada por Corulla. A este empleado de la finca le caía bien doña Montserrat y, llegado a este extremo, intentó proteger los intereses de la inquilina de la finca. Pero ya era tarde. La policía sabía que la secretaria de Corulla le había entregado al conserje tres cajas con documentos. Valeriano ya no podía erigirse como el héroe de la femme del velo blanco.
Montse nunca admitió nada. Tal y como viene siendo habitual en sus declaraciones en el juicio, Corulla lanzó balones fuera y no asumió haber ordenado nada a su fiel secretaria. Más aún, la empresaria dijo que toda la responsabilidad de lo sucedido con las cajas era de su empleada.
“Toda la Policía Judicial tras mis pasos”
Sin embargo, gracias al aviso de su subordinada, Corulla telefoneó desde su coche a su amigo Agustín y le ordenó que tuviera "bien guardado" lo que “le había dado” porque ella tenía "a toda la Policía Judicial" tras sus pasos. De igual forma, mandó poner a buen recaudo una serie de documentos. Estos documentos, junto con los que bajaron en cajas al portero, versaban sobre los hoteles que gestionaba y su vinculación con Roca.
Agustín Aguirre era administrador único de Aguirene, la sociedad que compró el viejo frontón Beti-Jai. En aquellos momentos, Corulla estaba realizando las gestiones ante la Gerencia de Urbanismo para lograr el cambio de uso del espacio, de deportivo a residencial. Cuando el juez se ha interesado por las cajas, lo único que ha dicho ávidamente Montse es que Roca le había encargado a Ursula Quinzano que realizara unas copias de ese material y la secretaria había aceptado con el objetivo de ganar algún dinero extra. Tres eran tres las cajas de Montse.
* El Confidencial - Opinión - 15.04.11
'Malaya'.- Tres eran tres, las cajas de Montse Corulla
en
18.4.11
por UrbanismoPatasArriba
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