XOSÉ A.PEROZO/Galicia* : Aunque Cicerón era un convencido partidario de la república como mejor forma de gobierno, no tuvo inconveniente en recriminarle a César las prácticas de los senadores. Según él, la especulación urbanística que utilizaban los padres de la patria para enriquecerse acrecentaba el descontento del pueblo, acabaría con la economía y daría al traste con el poder de Roma, ya fuera república o dictadura. Como se ve, el asunto del ladrillo viene de viejo. En España, además, especialmente desde el poderío administrativo del duque de Lerma, valido de Felipe III, las tramas urbanísticas y el ansia por levantar mansiones son un mal endémico que no cesa. A ello hay que sumar la tradición inamovible que todo vecino, víctima propiciatoria, tiene por poseer un suelo con techo propio. No es de extrañar, por tanto, que la principal fuente de ingresos para la administración municipal sean, desde Roma, las licencias para construir y que a su sombra crezcan los hongos de la especulación y de la corrupción.
Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, los más incautos pensamos que había llegado el final del turbio negocio milenario. Pero no. Quienes saben del asunto están ahí, al acecho, esperando que el péndulo vuelva a donde solía. No hay más que ver el afán de algunos promotores inmobiliarios por alcanzar alcaldías, escaños en los municipios o puestos en la administración autonómica. Hace unas semanas la Xunta avalaba el nombramiento como jefe de urbanismo en la provincia de Pontevedra de un señor que trabajó para catorce empresas constructoras. En el Val Miñor, donde las tramas corruptas aún no se han aclarado del todo, el PPdeG no tiene inconveniente, junto a Tui, Pontevedra capital o Santiago, en presentar a promotores en activo o a quienes perdieron su fortuna y negocio en plena gloria especulativa. Los ejemplos en las filas conservadoras van desde las grandes ciudades a las aldeas más remotas.
Hay que suponer inocencia a todo el mundo, pero del mismo modo que criminalizamos a los tránsfugas por presuntos intereses ocultos, ante quienes han trabajado o trabajan en la especulación del ladrillo deberíamos tener una cautela similar para que, cuando salgamos de la crisis, no entremos de nuevo en mismo corral, donde el zorro simulaba guardar a las gallinas, digo yo.
* Xornal - Opinión - 27.02.11
El asunto del ladrillo viene de viejo
en
1.3.11
por UrbanismoPatasArriba
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Tema: ARTÍCULOS URBANISMO , NOTICIAS Galicia
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