'Pretoria': Las alcantarillas del oasis

ELPERIÓDICO/Barcelona* : «La política se hace en las alcantarillas», manifestó el exconseller de Economia Macià Alavedra en una conversación telefónica mantenida el 17 de abril del 2009 con el exsecretario general de Presidència Lluís Prenafeta. Los 10.643 folios del sumario del caso Pretoria –en los que se incluye la transcripción de la citada conversación de los dos exaltos cargos de los gobiernos de Jordi Pujol, entre otras muchas– son, hoy por hoy, una prueba concluyente de que Alavedra tienen razón. Cada vez que sale a la luz un episodio de prácticas políticas de particular sordidez, los principales dirigentes de los partidos del país suelen cantar a coro una letanía conocida: son casos aislados, estas cosas ocurren en todos los ámbitos, la política es una actividad noble, no todos somos iguales... Sin embargo, sus voces difícilmente pueden neutralizar el impacto que hoy causa la lectura de diálogos como este...

Alavedra: Nos hemos dejado tomar el pelo por esta gentuza de mierda. Yo estoy indignado. Ahora me gustaría que me dijeran con quién pactarán [CiU] si ganan. Pueden hacer Gobierno con quien convenga, pero con cualquiera, sin complejos. También con el PP, coño. El ejemplo del PSC...
Prenafeta: En 23 años de gobierno un día hubiéramos podido meter una hostia a alguno, fuerte.
A: Pues no, no lo hemos hecho. [...] Y en vez de meter a alguno en la cárcel, nos querían meter a nosotros.
P: Sí, que no hemos ido de puro milagro. Mira a Servitje [exsecretario general de Treball, condenado a cuatro años y medio de prisión por malversación de fondos], al final lo enganchan en una cornada. Pobre Servitje, siempre pringa...
A: Sí. ¡A la cárcel, cojones! [...]
P: Por 45.000 euros.
A: Por 45.000 euros, que es un bote. Pero son muy imbéciles, y la culpa es de haber ganado el tema de Banca Catalana y que a Pujol no le pase nada. Y a partir de ese momento, Pujol se ha desentendido de todos.
P: Como a él ya no le volverán a encausar, ha dicho: «Oye, yo ya estoy tranquilo. [Los exfiscales] Villarejo y Mena no volverán a por mí, que destrocen a quien sea». Y, coño, un poco más y nos destrozan a nosotros. A mí, de milagro...
A: Nos han hecho sufrir estos cabrones. Por nada, por hacer un sacrificio por el país. Y, cojones, no te lo agradece nadie.
La última afirmación de Alavedra –«no te lo agradece nadie»– es cuanto menos discutible a juzgar por las revelaciones del sumario del caso Pretoria, que describe cómo, años después de haber abandonado toda actividad pública, los dos exaltos cargos nacionalistas desarrollaban una productiva actividad como comisionistas a base de aprovechar sus contactos en las altas esferas de la política catalana. En síntesis, el papel de Alavedra y Prenafeta en la trama de Pretoria, tal como aparece descrito en la investigación, consistía en interceder ante distintas autoridades, valiéndose de su relación personal con estas, para que favorecieran determinados proyectos urbanísticos o inmobiliarios. Por esta labor recibían entre un 3% y un 5% del total de la operación, dinero que cobraban a través de sus respectivas sociedades (Versabitur SL y Poliafers SA).
Las presiones del dúo Alavedra-Prenafeta no se dirigían hacia cargos intermedios o periféricos, sino que apuntaban al centro mismo de la administración catalana. Un ejemplo: conocedores de la intención del Govern de la Generalitat de ir trasladando las sedes de las conselleries que se hallaban en inmuebles alquilados a edificios de propiedad pública (un proyecto que empezó a tomar cuerpo en la época de Pasqual Maragall), los comisionistas pretorianos no dudaron en acudir a las más altas instancias para mediar en favor de una inmobiliaria (Espais, del empresario Lluís Casamitjana) que les retribuía generosamente sus servicios. Las más altas instancias no eran otros que los propios consellers competentes en cada caso.
El conseller que aparece citado más veces en el sumario del caso Pretoria es el de Economia, Antoni Castells, que, por lo que se desprende de las conversaciones incluidas, mantenía una relación de cordial camaradería (no sería un exceso verbal decir amistad) con el que había sido su antecesor en la época de Pujol. Macià Alavedra no tuvo reparo en utilizar ese vínculo personal para pedir reiteradamente a Castells que actuara en favor de la venta de un edificio de Espais a la Generalitat para ubicar allí la sede de la Conselleria de Acció Social i Ciutadania. Prenafeta también trató de persuadirle. La operación no prosperó. Los diálogos entre ellos no permiten inferir, en ningún caso, que el conseller colaborara con los comisionistas, pero sí revelan que conocía de primera mano los manejos de la pareja en las alcantarillas de la política, por emplear la elocuente expresión de Alavedra.
La siguiente conversación tuvo lugar el 20 de abril del 2009.

Alavedra: Hemos quedado para el día 19.
Castells: Sí, eso me han dicho ahora.
A: Pero tengo al pequeño [Prenafeta] que no deja de marearme.
C: ¿Por qué? ¿Está nervioso? Si yo pensaba que la cosa con el Salazar... [se refiere a Miquel Salazar, que en esas fechas acababa de dejar el cargo de secretario de Política Financera y había sido relevado por Jordi Pericàs].
A: Que dice que te quiere ver.
C: Pero [...] una reunión él, tú y yo, es que es muy raro, a ver si me entiendes. Él a veces con quien tiene que verse..., ya se ve con quien toca.
A: Yo no tengo que estar para nada.
C: Ya le llamaré. Yo ya he hecho una reunión con él, con Casamitjana, con Salazar [...]. Hemos reconducido las cosas y me consta que se estaban haciendo. [...]
A: Dile que a mí no me moleste más, que está como desesperado.
C: Me ha llamado aquí. Mi secretaria dice que el señor Prenafeta... si podemos hacer una reunión el señor Alavedra, él y...
A: El señor Alavedra para nada.
C: Es que queda muy raro, Macià. Es mezclar las cosas.
A: Es que es tonto este tío.

De la investigación del caso Pretoria se deduce que, en cualquier caso, el acoso de los comisionistas a la administración autonómica no dio fruto. Más suerte tuvieron en el ámbito municipal. Y ahí resultó fundamental el concurso de Luis García, Luigi, un exdiputado del PSC con una agenda telefónica de lo más provechosa (más de 400 números, preferentemente de políticos y empresarios de la construcción) y excelentes contactos en diversos ayuntamientos de los alrededores de Barcelona: Badalona, Sant Andreu de Llavaneres, Montcada i Reixac y, por encima de todos, Santa Coloma de Gramenet. Los pelotazos urdidos por Luigi –la operación Pallaresa, en Santa Coloma; Niesma, en Sant Andreu de Llavaneres, y Marina Badalona–, ya han sido prolijamente relatados, pero el seguimiento de la connvivencia entre el conseguidor Luis García y el entonces alcalde colomense, Bartomeu Muñoz, ha permitido además destapar unos modos de hacer política municipal radicalmente alejados de los principios de honestidad, transparencia y ecuanimidad que llegado el momento de las campañas electorales se convierten en divisa de todo candidato.
El sumario describe un episodio que nada tiene que ver con las irregularidades urbanísticas pero sí mucho con la corrupción entendida como una espiral de injusticia y degradación moral que, una vez liberada, se apodera de todos los ámbitos de la actividad pública:
En mayo del 2009, Bartomeu Muñoz recibe una llamada de una mujer, R.M., que le comunica que se presenta a unas oposiciones para auxiliar administrativo del Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet y le explica que hay 36 plazas para 38 candidatos. El alcalde le dice «que ya se ocupa él, que se quede tranquila». Poco después, Muñoz llama a Pascual Vela, director de servicios del consistorio, y le explica el caso. «Tengo altísimo interés en una tía», le dice. Las llamadas para interesarse por el caso se repiten, y Vela le aclara que uno de los candidatos no reúne las condiciones y que ya solo hay que suspender a uno. Una vez pasado el examen, el alcalde vuelve a hablar con su director de servicios.

Vela: El tribunal decidió que el profesor que habían tenido en el curso de formación les corrigiera el examen. Entonces, ahí no podemos hacer nada. [...]
Muñoz: A este profesor, ¿quién le paga?
V: Nosotros, nosotros.
M: Eh, que suspenda alguien, tú. [...]
V: A ver, nosotros, lo que hemos mirado es que sí sale. Pero, claro, el problema está en que quien corrige los exámenes esta vez es el que les dio clases.
M: Sí, pero, este tío querrá seguir dando clases, ¿no?




* El Periódico - 27.05.10
Foto: Luis García, ‘Luigi’, recoge sus pertenencias al llegar a la Audiencia Nacional el 30 de octubre del 2009. - elperiodico.com


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