CARLOS MIGUÉLEZ/Logroño* : Si algo está definiendo a nuestra clase dirigente es la alegría con la que gastan, algunos casos dilapidan, los dineros públicos. Qué sensación, cuasi erótica debe ser derrochar unos millones sin que nadie te pida cuentas... Y si las piden qué? Ya saldrá la grupo municipal, parlamentario etc. a echar un capote. Un ejemplo: el soterramiento del ferrocarril en Logroño. Para ser francos, realmente es una obra necesaria? Respuesta: rotundamente no.
Segunda pregunta: hay que hacerlo justamente ahora, en medio de un crisis económica extraordinaria, cuyas últimas consecuencias están todavía lejos de vislumbrase?
Y tercera cuestión: Una vez que se ha decidido seguir adelante, hay que empezar las obras justamente donde menos falta hace, es decir, en la estación, donde el terreno es más amplio y despejado?
Antes de continuar, debo de admitir que soy aficionado y un gran defensor del ferrocarril, medio de transporte que considero absolutamente imprescindible (para vertebrar el país, para descongestionar las carreteras, para contaminar menos, para ahorrar energía...) y que en España ha sido injustamente postergado cuando no denostado. Casi me atrevo a decir que, en buena medida somos un país «anti-tren».
Con respecto a la primera cuestión planteada: de unos años a esta parte, las ciudades españolas le han declarado la guerra al tren, el tendido ferroviario molesta a las autoridades municipales, y dado que no lo pueden hacer desaparecer, tratan de ocultarlo.
Uno de los argumentos más absurdos y reiterados es que el ferrocarril parte la ciudad en dos... el tren nunca separa, une ciudades, pueblos y personas. Cuando se tendieron las vías, a mediados-finales del Siglo XIX, estaban en la periferia de las poblaciones. Posteriormente éstas crecieron y englobaron los tendidos. Por desgracia, muchas veces no se tuvo ninguna consideración urbanística y las casas (generalmente, barrios humildes) se edificaban casi rozando el tendido... y ahora no se soporta, pero de eso no tienen culpa el tren ni las compañías ferroviarias. Algo habría que preguntar a los planificadores municipales de todas las épocas.
En la actualidad, no creo que haya alguna ciudad española que no tenga entre sus prioridades absolutas (entre otras necesidades vitales, como los museos de arte contemporáneo, los palacios de exposiciones y congresos...) hacer desaparecer el tren de la vista. En ocasiones puede estar justificado, en el caso de Logroño, en absoluto. Además, realmente la ciudad necesita todo ese espacio para crecer? Yo creo que no, véanse los edificios a medio hacer, los solares por edificar...
Desde luego, esto no ocurre en otros países europeos y americanos, donde el tren atraviesa pueblos y ciudades sin que la gente proteste. Como muestra, pueden ver la fotografía que ilustra este artículo, tomada en Suiza.
Muy significativo es el caso de los Estados Unidos: en muchas poblaciones, incluso grandes ciudades, el tren pasa a nivel de suelo, casi sin barreras, sin problemas compartiendo espacio con calles, incluso bulevares, terrazas... sin más problemas.
Más aún, los «peligrosísimos» pasos a nivel: en EEUU, un mercancías puede tener tranquilamente 200 vagones (de mayor tamaño que los europeos) y estar arrastrado por cinco o seis locomotoras; son trenes que tardan media hora en pasar, y según los que han viajado a aquel país y lo conocen bien, los automovilistas aguardan pacientemente y no protestan ruidosamente. Supongo que es una cuestión de educación. Hay más: la estación de Logroño, por desgracia, apenas tiene tráfico de viajeros y muy poco de mercancías, por lo que el ruido que generan los convoyes no es continuo ni, por ende, molesto.
Personalmente me llama mucho la atención la preocupación de ciertas personas por acabar con el ferrocarril, personas que no sienten ninguna preocupación por aliviar las molestias que causa cada día el intenso tráfico; tan difícil es, pongo por ejemplo,
Respondiendo a la tercera cuestión planteada: por qué se han empezado las obras en la estación? Allí el terreno es amplio y despejado, las viviendas están lejos; no hubiera sido razonable comenzar a soterrar donde más puede molestar a los vecinos, es decir a partir del puente que cruza la vía a la altura de la avenida de Madrid en dirección oeste? Además, sería más fácil, pues la vía discurre parcialmente por debajo del nivel del suelo. Pues no, señoras y señores, lo primero es que desaparezca la estación de toda la vida (un bonito edificio, dicho sea de paso, aunque a algunos «estilistas» les produzca náuseas) y hacer otra... subterránea. Eso, si hay recursos, pues da la sensación de que el galpón provisionalmente levantado va a durar más de lo previsto.
Una vez derruido todo, se procederá a urbanizar la zona y según el plan trazado, edificar cinco torres de nada menos que 23 alturas; me imagino que en la primera se meterá a todo Logroño y comarca, la segunda será para la Rioja Alta y la tercera para la Rioja Baja; respecto a las otras, a ver si hay suerte y podemos meter a todos los habitantes de la Rioja Alavesa.
Como otras veces he escrito, tengo pocas esperanzas de que estas líneas puedan influir algo en el triste devenir de los acontecimientos; una vez tomada la decisión, se sigue adelante cueste lo que cueste sin meditar las consecuencias... Pero al menos que quede constancia de que algunos ciudadanos no comulgamos con ruedas de molino.
* La Rioja - Opinión - 21.12.2008
El soterramiento del ferrocarril (O cómo derrochar dinero de todos en tiempo de crisis)
en
22.12.08
por UrbanismoPatasArriba
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Tema: ARTÍCULOS URBANISMO , NOTICIAS LaRioja
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