Zaragoza: un nuevo estilo de ciudad insostenible

DIAGONAL* : El Observatorio Medioambiental de la Expo desaparecía el 15 de marzo de 2007 con un comunicado firmado por los responsables de Ansar y la Fundación Ecología y Desarrollo, dadas las dificultades encontradas por las organizaciones participantes en intervenir en las decisiones. En su único informe publicado (sin que haya quedado constancia en la propia web de la Expo), pedían “una reconsideración urgente del tipo de tratamiento al que se va a someter al río (...)”...
...de acuerdo con la normativa vigente, con el objetivo a alcanzar de “Buen Estado Ecológico” que establece la Directiva Marco del Agua, y con el propio lema de la Exposición Internacional “Agua y desarrollo sostenible”. Además afirmaban que “las acciones realizadas y previstas en los proyectos constructivos son excesivamente duras y costosas y no obedecen a ninguna necesidad debidamente justificada”.

Ese nuevo estilo de gobernar sin contar con las opiniones de la ciudadanía utilizado en estas tierras desde hace décadas no iba a ser indiferente a la Expo, auténtica cortina de humo de una estrategia urbanística y económica muy bien orquestada: la consolidación de un modelo de ciudad dispersa, consumista y deshumanizada. Según Carolina del Olmo, de LaDinamo (Madrid), “la obsesión por la competitividad lleva a olvidar que a la larga lo que cuenta es la productividad del conjunto del sistema urbano, su funcionalidad, la cohesión social y la gobernabilidad democrática. Las urgencias sirven para justificar operaciones que, con independencia del discurso, no forman parte de un proyecto de ciudad ni propician un desarrollo futuro más equilibrado”.

Pese al mensaje de sostenibilidad ofrecido por la Expo, los usos del agua y la relación con los ecosistemas de las orillas de Ebro se han destacado por su poco respeto a la naturaleza. Un grupo de expertos de la Fundación Nueva Cultura del Agua ya anunció en junio de 2006 la insostenibilidad de una de las primeras actuaciones de la Expo: el azud construido en el río, que supone la transformación del Ebro en un estanque, un ejemplo de política hidráulica propia del siglo XIX.

En agosto de 2007, Ebro Vivo- COAGRET tachó de “tomadura de pelo” el Plan de Vigilancia Ambiental de la Expo por ofrecer tan sólo información referente a análisis de agua y de contaminación atmosférica y acústica, dejando de lado otros indicadores prometidos, como las actuaciones en las obras de la muestra. En esas fechas, el Plan de Navegabilidad del Ebro fue desacreditado por organizaciones ecologistas y científicos. Pese a las críticas a los dragados por Alfredo Ollero, de la Universidad de Zaragoza, o Marta González, de la Universidad Politécnica de Madrid, el afán de pasear en barco por el río “destruirá los ecosistemas bentónicos y requerirá un constante mantenimiento, ya que el Ebro es un río mediterráneo y, por tanto, irregular”. Las obras emblemáticas sobre el meandro de Ranillas, como el pabellón puente, la torre del agua o el acuario fluvial, suponen el despilfarro de dinero público hacia proyectos con nulo interés social.

Un largo etcétera de cuestiones básicas de la vida en Zaragoza (el acceso a una vivienda digna, la mejora de las condiciones de los 15.000 zaragozanos en extrema pobreza, la ocupación de una tercera parte del término municipal por instalaciones militares) sigue siendo relegado a un segundo plano y excluido de la participación. “Hablar de Zaragoza como ‘ciudad logística’ es hablar de Zaragoza como ciudad capitalista en su máxima expresión. El espacio deja de pertenecer a las personas que lo habitan que, una vez desposeídas, pierden absolutamente la capacidad de influir en su propio entorno y, por lo tanto, en su propia vida”, dicen en una web contra la Expo.






* Diagonal - Nacho Escartín / Redacción Aragón - Del 6 al 19 marzo 2008
Foto: PUERTO VENECIA. En parte de los antiguos pinares se construye otra gran superficie comercial, con el mayor Ikea de España./ Esperanza Torres, diagonalperiodico.net