¿Hacia dónde nos dirigimos? El caso de los Merinos

MANUEL J. ORDÓÑEZ RUÍZ* : Hace ya casi un año llegué a mi casa de Ronda (Málaga), y como suelo hacer los fines de semana que vengo por aquí, solté mis maletas y me fui a dar una vuelta. Todo iba como siempre hasta que torcí la esquina en busca de la calle principal y me crucé con una niña de unos quince años que bolígrafo en mano pedía nuestra firma a favor de la construcción del complejo urbanístico de club de campo y golf de los Merinos.

Aquel instante, marcó el punto de inflexión por el que ahora (después de descubrir todo el entramado de corrupción e inmoralidad económica, social y por supuesto ecológica que el dichoso complejo implica) me dispongo a resumiros un poco todo lo que he ido averiguando…

Desde hace años, los políticos de esta ciudad malagueña parecen haberse empeñado en destruir lo más valioso que tenemos, la naturaleza. Las intentonas han sido tan absurdas como continuas, pero la cuestión es que hasta ahora el atisbo de cultura que asomaba por nuestras aceras había conseguido nivelar la balanza frente a proyectos tan abstractos como el de construir una urbanización de lujo frente al Tajo. Sin embargo, una vez más en la historia, el capital ha vuelto a ganarle el pulso a la razón, y parece que esta vez, los cuatro personajillos especuladores de siempre han visto buen negocio en la destrucción de un ecosistema único en nuestro país.


El proyecto nace allá por 1994, y consistía en la construcción de un pequeño campo de entrenamiento en el cual, vaya usted a saber porqué, la junta vio una magnífica oportunidad para engordar el dichoso PIB.

Sin embargo se le dio carpetazo al asunto y todos nos habíamos olvidado de aquello hasta que hace un par de años y como surgido de la nada el ayuntamiento de Ronda lanzó su casi divino macro proyecto de “Club de Campo y Golf de Ronda” la sociedad, compuesta por multitud de empresas en su mayoría constructoras y encabezada por el polémico empresario valenciano Jorge Juan Flor Gallén (compañero de negocios de Salvador Palop Martínez, ex concejal del PP en Valencia procesado durante el caso Naseiro por un cohecho destinado a obtener comisiones ilegales para financiar al PP) afirmaba contar con el apoyo gubernamental en la construcción de un complejo privado de 8 millones de metros cuadrados entre cuyas instalaciones (agarraos) se hayan 341 viviendas de lujo, 442 fincas de 7.000 metros cuadrados de media cada una, varios hoteles de lujo, dos campos de golf completos de 18 hoyos (nada de campos de entrenamiento), un club hípico, y otro de tenis y padel.

Las alarmas no tardaron en saltar entre el pueblo que no llegaba a comprender como se iba a permitir la tala de 8 millones de metros cuadrados de encinares de una finca forestal de la Serranía de Ronda, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, y como era de esperar, junto a dichas alarmas comenzaron a brotar las forzadas disculpas ante las posibles mal interpretaciones de la supuesta aprobación del proyecto.

Según se predicaba en la televisión local era cuestión de “retoques meramente burocráticos” de no demasiada trascendencia.

Pero la realidad es que tanto la Junta de Andalucía, como los distintos partidos políticos a escala nacional habían manifestado su descontento ante un proyecto que consideraban inviable. Mientras, sus compañeros locales predicaban lo positivo que sería para Ronda.

Observemos por ejemplo:

-En el informe que el Partido Popular presentó a finales de noviembre del año pasado con 55 “casos de corrupción urbanística en Andalucía” se incluye la construcción del macro-complejo turístico de la finca de Merinos Norte, en la Serranía de Ronda.

-Al mismo tiempo la operación inmobiliaria cuenta con el apoyo y la implicación directa de destacados dirigentes de este mismo partido en Ronda: el concejal de Urbanismo, el ‘popular’ José Herrera, es el principal valedor político del complejo.

Por supuesto el Ayuntamiento se encargó junto a la sociedad en cuestión de que dichos vientos no llegaran a oídos de la calle, y los meses posteriores fueron un continuo flujo pro-golfista, en el que, de golpe y porrazo, todo fue subvencionado por la sociedad de Club y Campo de Golf, sus carteles publicitarios comenzaron a lucir en las fachadas de los más “distinguidos” negocios de la ciudad, y en los supermercados, las peluquerías, y en la cola del banco los tonos de incomprensión se evaporaron casi mágicamente…

Al más puro estilo dictatorial, el ayuntamiento había conseguido todo lo que necesitaba: con el control de la información (el dueño de la televisión local es uno de los inversores en el proyecto, y el periódico local ha manifestado su total simpatía a lo largo de sus candidaturas por Antonio María Marín Lara actual alcalde y miembro del Partido Andalucista) ahora contaban con una población desinformada, en cuyas cabezas habían logrado implantar una única y por supuesto equivocada idea, la del crecimiento de nuestra ciudad mediante la creación de puestos de trabajo, es en ello en lo que resumidamente me centraré a continuación, pero antes dejadme contaros el final del cuento.

La cuestión es que los meses fueron muriendo entre polémicas, se convocó una manifestación en contra de los campos de golf en la que cientos de vecinos de Ronda y su comarca rogaban clemencia en nombre de la razón, en la que se rogó la inmediata paralización de unas obras que no sólo machacarían el ecosistema malagueño, y supondría un gravísimo problema de escaseo de agua que hoy por hoy la consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Fuensanta Coves, sigue recalcando “La Cuenca Mediterránea Andaluza no puede garantizar en estos momentos que las viviendas que se van a construir en el complejo Los Merinos, en Ronda puedan tener un suministro de agua de calidad y el complejo podría provocar el agotamiento de un acuífero que abastece a los municipios de Cuevas del Becerro y Arríate” sino que además supondría machacar la lógica democrática de quienes realmente saben del tema a manos de un grupo empresarial que ha comprado la voluntad de quienes no han tenido la oportunidad de comprender todo este numerito especulativo o simplemente han preferido fabricarse una venda de moneditas que ciegue su conciencia. Por supuesto el ayuntamiento nunca acepta una derrota, y pensaron que quizá el mejor contraataque fuese llenar las calles de la ciudad con carteles Pro-Golfistas durante la manifestación, que fueron aplaudidos por los componentes de APYMER (Asociación de Pequeñas Y Medianas Empresas de Ronda) a los que se les ha prometido comer perdices con los cuatro duros que ganarán si dejan que ellos se forren a su costa, y a la semana organizaron su propia manifestación.

La dura realidad es que en este preciso instante las obras siguen hacia delante, y no se sabe como, la empresa ha conseguido todos los permisos necesarios para arrasar ocho millones de metros cuadrados de encinares declarados reserva de la biosfera, y lo que es peor, ha logrado que los habitantes hayan tomado como certeza una mentira y ahora nos tachen de “idealistas” o “soñadores” a todos los que como yo, ahora mismo gritamos no a la inconsciencia económica y natural y nos preguntamos: ¿Hacia donde nos dirigimos?.

Siendo lo más breve posible os propongo despojaros de cualquier juicio de moral y conciencia ecológica, aunque sea por un segundo transformémonos en ese personajillo maximizador de utilidades de la economía ortodoxa, supongamos que simplemente queremos mejorar y hacerlo a toda costa:

Tan sólo les rogaría a todos los que se empeñen en defender las líneas de crecimiento de la costa del sol que acudan a tratados de economía sencillitos para darse cuenta de que el proceso de desarrollo y crecimiento económico español es incompleto, y lo es, en definitiva por el gigantesco déficit que tenemos en el ámbito industrial, no por la marea de oferta de sector servicio que encontramos en nuestro estado.

Pero la realidad es que el PIB parece ser lo único que cuenta, y los políticos y charlatanes de turno parecen haberse aprendido bien las dichosas siglas, y hoy por hoy parece que todo está permitido para incrementarlo, cuando la realidad es que este es un dato, no un dogma.

Si para medir un concepto tan amplio como es el crecimiento de una nación queda más bien escaso hablar sólo de producción de bienes y servicios, resulta absurdo creer que dicho dato puede reflejarnos la situación de una nación en general, a pesar de no tener en cuenta indicadores tan básicos como la esperanza de vida, la tasa de alfabetización, de educación, de prioridades humanas o el índice de desarrollo sostenible.

Utilizando un ejemplo del profesor Juan Torres López (Catedrático de economía de la facultad de derecho de la U.M.A. y uno de los pocos expertos en esta ciencia que han levantado su voz en Ronda):

Derribando todos los monumentos de una ciudad incrementamos su PIB (creamos puestos de trabajo con quienes se ofrezcan a hacerlo y compramos maquinaria), arrasando 8 millones metros cuadrados de naturaleza también lo haremos crecer, pero, ¿es así como realmente queremos hacerlo?







* Rebelión - Manuel J. Ordóñez Ruiz - 15-03-2008


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