En GRANADA VÍA VERDE* consideramos que el modelo socio-económico impuesto por la sociedad capitalista sobrepasó hace tiempo el límite soportable tanto para el ser humano como para el resto del planeta. Consideramos que el transporte de mercancías y de personas es probablemente un pilar básico de este modelo. Por ello, todas nuestras vidas, nuestro espacio, nuestro entorno han sido modificadas artificiosamente y sin escrúpulos provocando situaciones de tremendas injusticias y arrasando con miles de seres vivos (entre los que se encuentran los pertenecientes a la especie humana), para abrir paso al señor transporte.
La posibilidad de movimiento ha generado distancias que antes no existían, ha provocado velocidades estresantes y mortales, y ha dibujado un mapa de la vida en sociedad totalmente absurdo y contra-natura. Si el desarrollo, el crecimiento, el progreso, y demás discursos capitalistas aplicados a la vida diaria nos mata, empeora nuestra calidad de vida, provoca injusticias y daños irreversibles en nosotros mismos y el entorno, habrá que apostar por un modelo de vida totalmente distinto.
Qué es Granada Vía Verde:
Somos un grupo de gente sin forma jurídica ni vinculación a ningún partido político o institución (sindicatos, ONGs, asociaciones, etc.). Funcionamos de manera autónoma, horizontal y autogestionada. La mayor parte de nuestro esfuerzo lo enfocamos al debate de raíz sobre la dependencia estructural de la sociedad al transporte en todas sus formas y variedades, y organizamos actividades de acuerdo con nuestros principios mínimos aceptados por consenso: no al capitalismo, no al desarrollismo, sí al decrecimiento y sí a la cercanía. Nos negamos rotundamente a dedicar siquiera un minuto en mejorar el sistema. Hablamos otro idioma: este sistema no nos vale, valga como ejemplo nuestra frontal oposición a los carriles bici (pues conceden derecho indefinido a la presencia del vehículo motorizado), no queremos movilidad sostenible de ningún tipo que no sea para recorrer distancias con propulsión humana (calzado, patines, bicicletas…). Para los dobles discursos ya hay otra gente, que además se lucra con su difusión. ¿Capitalismo ecologista? ¿Desarrollo sostenible? No tenemos votos, ni socios, ni dinero que perder, por lo que tampoco vamos a perder el tiempo en esas lindezas que sólo sirven para dar continuidad a lo que ya se sabe, no podrá ser indefinido. Sí estamos, sin embargo, abiertos al debate y a promover un punto de vista crítico sobre el tema del transporte y el espacio público, así como a llevar a cabo acciones que propicien otra forma de vida.
CRECIMIENTO ECONÓMICO, URBANÍSTICO Y DEL TRANSPORTE:
Nos encontramos en un entorno sometido completamente a la lógica del tráfico: destrucción del territorio (huertas, espacios naturales,…), inseguridad y violencia del tráfico (lesiones y muertes diarias), contaminación ambiental, ruido, derroche de recursos energéticos en un planeta finito (agua, minerales, petróleo…) y privatización del espacio público para el exacerbado transporte de personas y mercancías (imposibilidad estructural de su uso para actividades no relacionadas con la movilidad: el juego de los niños, el descanso de los mayores…).
El daño que se le está causando a nuestra salud y al medio ambiente no lo cuestiona nadie, aunque pocos reconocen que estos efectos nocivos son consecuencia directa del desarrollo global del modo de producción y consumo capitalista.
En el gran mercado capitalista en expansión cada vez más globalizado del planeta existe una imbricación profunda entre el modelo productivo, las estructuras territoriales, los procesos de urbanización, el sometimiento de los países del Sur y el modelo de transporte. Entre las características más destacables, inherentes de este sistema económico, podemos encontrar la enorme expansión de los mercados, en concordancia con una producción y un consumo masificados y sin límites; otra de las características es el crecimiento urbanístico: grandes aglomeraciones urbanas donde la población tiende a concentrarse masivamente (empleo, consumo…), en las que ya reside más de la mitad de la población mundial. Estas dos características generan un tremendo incremento del transporte motorizado de mercancías y de personas. El crecimiento del transporte es un pilar básico del sistema.
Estas grandes concentraciones urbanas, son un fabuloso negocio de las inmobiliarias y de la construcción y especulación de viviendas y de suelos que, junto a las administraciones públicas, están creando una gran aglomeración urbana difusa (crecimiento urbanístico y segregación de las distintas actividades urbanas, entre el hogar y los destinos cotidianos) con grandes necesidades de transporte: obligando, induciendo y haciendo dependientes a las personas a realizar cada vez más kilómetros de forma motorizada (individual o colectiva, pública o privada).
Se nos obliga a satisfacer de forma industrial una necesidad que siempre fue satisfecha de forma metabólica. Este consumo obligatorio de transporte motorizado, este poderoso control que ejerce la industria del transporte sobre las personas, nos restringe las condiciones para gozar de la capacidad innata de movernos y de la accesibilidad cercana a nuestros destinos cotidianos. El desplazamiento no es una cosa nueva, nuevo es el desplazamiento de masas de gente y mercancías a distancias que no pueden cubrirse a pie, nuevo es la dependencia a los vehículos para hacer los trayectos diarios. La saturación del tráfico y la congestión generalizada en el área metropolitana está asegurada por largo tiempo debido a una configuración del territorio difusa y plenamente dependiente del transporte motorizado.
Las industrias del transporte, de la construcción y de los carburantes se han convertido en el primer poder económico y mediático y, en colaboración con las administraciones públicas, moldean el territorio, la sociedad y sus pautas de comportamiento en función de su beneficio económico. Ambas, las industrias y las administraciones, están actuando con plena conciencia de las consecuencias fatales que se derivan del crecimiento económico, del crecimiento urbanístico, del crecimiento del transporte y de sus infraestructuras (autovías, metro, AVE,…).
“La omnipresencia del transporte como soporte de las relaciones humanas y su conflicto con la Naturaleza, tiene la virtud de hacer aflorar las principales inviabilidades físicas del modo de producción y consumo capitalista. Cuando el razonamiento sobre ese conflicto es llevado hasta sus últimas consecuencias y se confrontan las necesarias conclusiones de ese discurso con las realidades observables en el ámbito del transporte, se hace patente la imposibilidad de hallar soluciones verdaderas y definitivas sin salir de las fronteras del sistema establecido”(1).
La crisis energética y ambiental es evidente, las intenciones técnicas de “mejora” del sistema de transporte (eficiencia energética, agrocombustibles, transporte colectivo, peatonalización del centro, pacificación del tráfico, carril bici…-este último, incluso, es peligroso-) intentan paliar los efectos negativos de la crisis, sin embargo, no ponen en cuestión las “necesidades” del sistema (el modelo territorial vigente y el crecimiento del transporte), ya que eso supondría poner en tela de juicio los mismos condicionamientos básicos del sistema y sus relaciones de poder: el productivismo, la producción y distribución creciente de mercancías y todos los factores ligados a la globalización y metropolización que impulsan sin cesar más movilidad (de personas y mercancías). No hay duda de que algunas de estas mejoras nos alivian de muchos males, sin embargo, el poder hegemónico no va a ceder en nada esencial para el sistema: generar movilidad (crecimiento económico, crecimiento del transporte y crecimiento urbanístico). “Mientras no se eliminen las causas que generan la movilidad, todas a las que nos hemos referido, es un intento vano, o lo que es más, un engaño, un callejón sin salida. Mientras no cuestionemos la meta que se da por indiscutible -el crecimiento económico, que los estados socialistas también erigen como mito-, el propio modelo social y la movilidad de personas y mercancías, el problema seguirá creciendo y seguiremos cayendo por el precipicio”(2).
Es necesario y posible encontrar una solución deteniendo la dinámica desarrollista y competitiva de la globalización capitalista, construyendo unas sociedades más autónomas basadas en la cercanía.
(1) ESTEVAN, A. “Contra transporte, cercanía” en Contra el Automóvil. Sobre la libertad de circular, Virus Editorial, Barcelona 1994.
(2) URRESTARAZU, I. “El consenso no es la vía para luchar contra el TAV” en Ekintza Zuzena número 34, 2007.
* Granada Vía Verde - febrero 26, 2008
Viñeta: calles para la gente - granadaviaverde.blogspot.com
Granada Vía Verde
en
26.3.08
por UrbanismoPatasArriba
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