Canela Fina. Crisis en la corrupción

CARMEN MERINO* : Nada más desalentador que escuchar a los responsables de Transparencia Internacional, la organización no gubernamental pionera en la lucha contra la corrupción en el mundo, que será la crisis del sector turístico y de la construcción el remedio para rebajar los índices de prácticas corruptas en España, ligados íntimamente al urbanismo, a la acción municipal y a la financiación de los partidos políticos. Dicho de otra manera: si las cosas siguen así en la economía, aquellos que nos iluminan el camino y satisfacen nuestras necesidades, nuestros próceres políticos en suma, tendrán que buscarse otra manera de ponerse fielmente a nuestro servicio que no pase por facturar ilegalmente una parte de las obras públicas para su propio beneficio partidario.

¿Muy duro? Después de oír a Maragall en el Parlament de Catalunya y de observar cómo se resolvió la crisis del 3% entre los partidos catalanes no creo que nadie se pueda asustar de la claridad de ideas, por fuertes que estas suenen o golpeen el papel. Ni siquiera hace falta irse a la otra punta de España para cerciorarse de que estamos suficientemente curados de espanto como para no disfrazar las cosas: por aquí se está hablando ya de pisos francos donde se oculta documentación relacionada con presuntos casos de corrupción como en otros lugares se persigue esta clase de escondite para desmantelar la intendencia de las actividades terroristas. Espeluznante en uno y otro caso.

Pero lo más paradójico es el papel que juega en el precio de la vivienda la práctica del maletín, maletín cuyo contenido, no lo duden, los constructores revierten en el precio de la vivienda que más tarde adquiriremos nosotros o cualquier otro panoli. España es el país de la OCDE donde más ha subido el precio de la vivienda en los últimos años y es precisamente la corrupción la que dispara su precio.

Así que, los que son en su medida culpables de la carestía de ese derecho fundamental que es la vivienda, son los mismos que intentan embaucarnos después para perpetuarse en el poder con ayudas a la adquisición de inmuebles que, al fin y a la postre, alimentan por igual a los constructores y a los propios partidos que darán en su momento el correspondiente bocado.

De locos. Y lo peor es que es mentira que la corrupción sea un hecho aislado producto de la debilidad o la ambición propia de la condición humana. Si hemos de hacer caso, que no veo por qué no, al informe que para la sección de España firma el profesor Manuel Villoria, de la Universidad Juan Carlos I de Madrid «el problema de fondo no está en las actuaciones corruptas de actores individuales, sino en la corrupción institucionalizada».

¿Qué hace Zapatero, el del nuevo y más honrado país, mirando distraídamente hacia otro lado?




* Canarias 7 - Opinión - Las Palmas de Gran Canaria 27/09/2007




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