
Así, nos encontramos distintos caracteres: los especuladores, que intentarán comprar todos los terrenos del pueblo; los ciudadanos, que deberán evitar que los especuladores los compren; el alcalde, que se tendrá que decantar a favor de unos u otros en función de la carta que le toque; el arquitecto municipal, el cual podrá parar el avance de los especuladores introduciendo cambios en el planeamiento urbanístico y el policía local, que deberá descubrir la identidad de los vecinos. En total, ocho personajes distintos entre los que también se encuentran el promotor, el albañil y el ecologista.
Podrán sentarse en una misma partida hasta 28 jugadores. Como afirma Bernat Casanovas Cruz, creador del pasatiempo, "cuantos más participantes colaboren en el discurso, mejor y más divertido resultará el juego". Los protagonistas no tendrán más armas para enfrentarse a su adversario que su poder de convicción, su persuasión y la deducción.
Cómo se juega
Nos situamos en un pequeño pueblo donde viven sus habitantes, no son más de dos o tres decenas. Los especuladores, sin ningún tipo de escrúpulos, quieren apoderarse de la localidad para construir un inmenso polígono industrial, un campo de golf y una urbanización con 1.000 nuevas viviendas. Éstos ofrecen una gran cantidad de dinero para quedarse con todas las hectáreas.
Y mientras los especuladores empiezan a pujar para obtener los terrenos vecinos, los aldeanos intentarán por todos los medios poner fin a sus intenciones, preservar el territorio y que todo continúe como siempre. Es una lucha contra el reloj ya que deberán descubrir a todos los estafadores antes de que termine la partida. En caso contrario, los ciudadanos serán eliminados, perderán, y el pueblo habrá quedado en manos de los especuladores que lo habrán comprado todo.
* El Mundo- Su Vivienda - 24/07/2007
Foto: Las cartas del juego. (ELMUNDO.ES)
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