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Las intenciones de las adjudicatarias de eliminar la práctica totalidad de las villas tradicionales (son 273 y se habla de que la demolición afectaría a más de 260) que pueblan el complejo turístico ha chocado con el rechazo de los vecinos y buena parte de los grupos políticos.
Desde Carreño se afanan en recordar que las villas son la génesis de la residencia y desde el Ayuntamiento los partidos ya han recordado que su derribo supone saltarse las bases del concurso de explotación que las empresas ganaron hace año y medio con una oferta en la que se respetaba la fisonomía y composición del complejo. De momento, el documento que ha presentado la sociedad para tramitar el plan especial de reforma del área de Perlora ha sido frenado por la Comisión de Urbanismo de Carreño.
Con todo, las empresas no cuentan para avalar su propuesta de derribo con la excusa del mal estado de los chalés. Las villas que estaban en mal estado fueron restauradas en 2004 por integrantes del taller de empleo que operaba dentro del complejo vacacional. No están cuantificadas, e incluso muchas quedaron por arreglar, pero aún hoy se pueden encontrar multitud de construcciones del lugar en cuya entrada se encuentra una placa que aclara que los edificios fueron restaurados por la escuela taller de Perlora. En esta operación intervino la Consejería de Educación y Ciencia, con la colaboración del fondo social europeo, en el año 2004. Incluso en el 2007, con la residencia ya clausurada por el Principado, la escuela seguía realizando labores de mantenimiento y restauración.
Ese último año, desde la dirección del centro se señaló que en su última etapa se llevaba a cabo el mantenimiento de algunos chalés, e incluso la edificación íntegra de uno de ellos, incluidos sus cimientos, como práctica profesional de los alumnos. Se indicaba, además, que aún quedaban muchas viviendas pendientes de rehabilitar dentro de las instalaciones pero que debían renovarse antes de que entrase en funcionamiento la explotación privada del complejo vacacional.
El caso es que la intención de la empresa privada va en otra dirección, y sus planes pasan por dejar apenas unas cuantas villas en pie, dentro de una misma manzana, a la entrada de la residencia, «como memoria viva de los tipos edificatorios y de ocupación del espacio más característicos de la ciudad», señalan en su documento. El resto desaparecerán, dejando lugar a «edificios prefabricados en lo constructivo aunque no en el diseño, de manera que con pequeñas obras de cimentación y servicios puedan ser depositados en su ubicación y puestos en uso».
Los nostálgicos de Perlora, aquellos que en 2005 siguieron con pena y lágrimas el derribo de la residencia, temen que la historia se repita.
* La Nueva España - Braulio FERNÁNDEZ - 3.05.09
Foto: lne.es