¡A buenas horas…!

JOAN OLMOS/Valencia* : Ahora que tanta gente parece caer del burro, ahora que las obviedades alcanzan el grado de reconocimientos sublimes, ahora que la crisis muestra su peor cara y se vuelve contra todos nosotros, ahora que parece que todos están contra el despilfarro y la corrupción, es el momento para revisar y sacar enseñanzas del pasado inmediato. En este mismo diario, entre 2001 y 2007, es decir, durante el período de gestación y desarrollo de la gran crisis que padecemos, un grupo de una veintena larga de profesionales, con el incómodo nombre de Terra Crítica, vino desgranando lo que se veía venir: Contra viento y marea, a base de recoger no pocas descalificaciones y de granjearse la desconfianza de tirios y troyanos y, cómo no, del duopolio de partidos que viene alternando el gobierno de este país. Echar la vista atrás resulta un ejercicio esclarecedor, solo si no se olvidan o marginan determinados episodios, gusten o no gusten.

Ahora que las hemerotecas están al alcance de un clic en nuestro ordenador personal, podemos ver y leer, por ejemplo, lo que ese modesto colectivo dejó caer, domingo tras domingo, en las primeras páginas de este diario que lo acogió en aquellos años: www.terracritica.org. Así apuntamos desde lo general en Estatuto triste, Escola valenciana i societat sostenible, Por la dignidad de los servicios públicos, Línea 1: Caso abierto y cómo no, Canal 9: Una televisió pública segrestada. O en lo social: La respuesta a la inmigración, Contra la violencia, tolerancia cero, Las tareas de la cultura. En lo ambiental: El cambio climático que nos viene, Cofrents i els seus incidents, Árboles para el planeta. El urbanismo ocupó un protagonismo especial: Infraestructuras para el desastre, La huerta que se nos va, ¿Urbanismo o malversación del territorio?, Turismo contra territorio, ¿Corrupción urbanística o corrupción del urbanismo?, AVE y PHN: Un debate electoral contaminado, El AVE contra territorio, La vivienda social y la recuperación de la urbanidad, La cara oculta de los PAI. Y también la ciudad: Puerto de Valencia: Chantaje permanente, La València de Barberá: Ni sostenible ni global, La Ciutat com a negoci, Mestalla: La perplejidad del ciudadano ante el penalti, El lado oculto de la Copa 07, ¿Sociópolis? No, gracias.
Y así, hasta casi cuatrocientos dardos en la diana de un país en buena parte ajeno al desastre que, dicho sea de paso, resultaba fácil predecir. No hace mucho, un recién estrenado conseller declaraba que prefería vender el Palau de les Arts a cerrar un hospital. Una buena metáfora sobre la caída del burro.
Mirar hacia delante requiere una gran dosis de realismo, pero resulta imprescindible, en medio de tantos recortes injustos, en medio de decisiones políticas que no van a resolver los graves problemas, hacer autocrítica, apostar de nuevo por un fortalecimiento del tejido social, de la ciudadanía más consciente de su fuerza para encauzar la situación. No saldremos de esta, por ejemplo, señor ministro Cañete, eliminando los mal llamados obstáculos de la legislación ambiental, ni relajando la ley de Costas, ya de por sí marginadas sin recato en los últimos años.
Volver a leer Urbanismo y austeridad, de Campos Venuti, puede resultar una buena guía para revisar errores, remendar daños y empezar a apuntar en la buena dirección. Apostar por los proyectos de la pequeña escala, la que afecta a la mayoría de los ciudadanos —vivienda para todos, transporte sostenible para todos, buenos servicios públicos para todos, aire limpio para todos— es una buena manera de colaborar a mantener el estado del bienestar y recuperar empleo fiable. Y al mismo tiempo, pensar con sensatez qué hacer con todo el patrimonio construido en el pasado tiempo de los faraones. No veo otra salida.
Última hora. Alguna cosa no previó Terra Crítica: Que volverían los tiempos oscuros a nuestras calles, como en el Cabanyal (2010), o ahora en el centro de la ciudad.


* Levante - Opinión - 25.2.12
Foto: Valencia desde el aire - valenciamania.net

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