El urbanismo en tiempos de crisis

MANUEL A. RUEDA* : El modelo de urbanismo que fomenta la ciudad discontinua con grandes infraestructuras y bajas densidades edificatorias, más propio de una época de esplendor económico con un precio final de vivienda sobreelevado, es un modelo agotado para la situación presente y los años futuros.
En su lugar se viene proponiendo la idea de la ciudad compacta, desarrollada más en vertical que en horizontal, con una ocupación y consumo de suelo más razonable, mayor densidad edificatoria por metro cuadrado, repercusión de precio del suelo más reducida, rehabilitación y recuperación de la ciudad antigua, con el objetivo de cubrir las necesidades de la población, con ahorro de costes de transformación del suelo, de obras de infraestructura, de energía, y de transportes. Este modelo, se basa en la idea general del desarrollo sostenible. La sostenibilidad económica y social enmarcada en el respeto al medio ambiente, será el principio esencial del nuevo modelo urbanístico.
Para su aplicación sería necesaria una ley de armonización de las legislaciones autonómicas que unificara los elementos principales del urbanismo, es decir, la clasificación del suelo, el planeamiento, el procedimiento de aprobación de los planes y su contenido, así como los procedimientos de designación del urbanizador y el constructor, con requisitos de capacidad y solvencia, y de publicidad y concurrencia.

Esta norma debería unificar igualmente la posición de los propietarios en el proceso urbanístico, con respeto a las facultades inherentes al derecho de propiedad y el reconocimiento de los propietarios como otros actores del proceso y no como meros espectadores; y la protección de los derechos subjetivos de los propietarios y de su capacidad de actuación, en atención a la seguridad jurídica, tanto del interés general como del de los particulares. Y todo ello, presidido por la idea capital del respeto y conservación del medio ambiente en términos de la sostenibilidad y viabilidad jurídica y económica de las actuaciones, y la convicción de que solo merece ser transformado, el suelo que vaya a cubrir necesidades previsibles.

El urbanismo es una herramienta para crear ciudad y conservar armónicamente la que ya tenemos, que en los últimos años se ha utilizado como un medio de financiación de las arcas municipales.

Es momento de reconducir la conducta de los operadores económicos y, sobre todo, de las autoridades municipales para que el proceso de desarrollo de las poblaciones responda a las verdaderas necesidades de sus habitantes, y se ajuste el desarrollo a esas necesidades. Para ello es imprescindible una reforma en profundidad del sistema legal de financiación de los ayuntamientos.

La confianza en el sistema que puede producirse con las reformas indicadas, tiene que ir acompañada de un grado muy superior de seguridad jurídica. Seguridad jurídica en el sector público, basado en la confianza en la actuación de las administraciones públicas siempre que se ejerza un verdadero control de legalidad interno, procedente de los mecanismos internos propios -secretarios, interventores, depositarios, etc.-y de la administración de rango superior.

Y seguridad jurídica en el ámbito privado, en las relaciones de los ciudadanos y los propietarios entre sí y con las administraciones, utilizando también el mecanismo propio que nació con esa finalidad que no es otro que la actuación notarial, confiriendo certeza, autenticidad y garantía a los derechos y a las relaciones jurídicas.


* Manuel Ángel Rueda, notario. Ponente general de la 4ª sesión del 11º Congreso Notarial Español


* El Confidencial - Opinión - 12.11.11


1 comentarios :

María__M dijo...

Estoy totalmente deacuerdo con el artículo, sobre todo en el hecho de que es necesaria una legislación a nivel estatal común que aglutine de manera eficaz a las autónomicas, tan dispares entre sí en muchos casos, incluso en comunidades limítrofes.
Ésa sería una ardua tarea.