Málaga Plan General: una oportunidad perdida

ÁNGEL ASENJO* : El escritor japonés Haruki Murakami en su reciente novela After Dark, de una parte nos dice, que «la ciudad se nos presenta como un gigantesco ser vivo, una multitud de corpúsculos entrelazados, un conjunto de innumerables vasos sanguíneos, que transforman la sangre y renuevan sin descanso sus células», y también que «la ciudad emite un zumbido en tono bajo sostenido, sin vicisitudes y monótono, pero lleno de presentimientos». En definitiva, nos dice, que la ciudad es vida y esperanza.
Estas ideas han removido nuestra conciencia al observar con horror lo acontecido recientemente en la ciudad de Málaga, que desde el punto de vista urbanístico ha sido encapsulada durante casi ocho años por la revisión del Plan General, lo que es ajeno a toda realidad y exponente de la disociación que existe actualmente entre el mundo real y el de la burocracia, el de los técnicos y políticos, en este caso, el de los que han intervenido en este documento, que desde su ensimismamiento han producido algo que ha nacido muerto, pues las premisas que utilizaron como puntos de partida han dejado de ser respuesta a los requerimientos actuales de esta ciudad.
Este documento es la consecuencia de una actuación burocrática censurable, pero sobre todo es responsabilidad de los políticos, que lo han obstaculizado de forma persistente, sin regatear esfuerzos para alcanzar sus objetivos, que en general no eran de carácter ideológico o político, sino personalista, actuando con impunidad y sin responsabilidad alguna, ajenos a las verdaderas aspiraciones de los malagueños, que ahora solo pueden contemplar su obsolescencia.

La tramitación de este documento ha sido siniestra, sobre todo por la actuación de algunos políticos de la oposición municipal, cuyas ideas consistían exclusivamente en plantear lo contrario de lo que proponía el equipo de gobierno, sin ningún trasfondo ideológico o político, consiguiendo finalmente imponerlas, para lo que se apoyaban sin escrúpulos en la plataforma del poder autonómico o central a su servicio, lo que en definitiva no era hacer urbanismo, ni tampoco política, sino buscar una victoria en una batalla personal. De esta forma estos políticos han ejercido unos poderes que no les había conferido las urnas, sin importarles romper las reglas básicas del juego democrático, con lo que no le permitían al equipo de gobierno concretar el modelo de ciudad, para cuyo desarrollo habían sido elegidos mayoritariamente por los malagueños.
Estos hechos exigen una reflexión, pues constituyen actuaciones bastante censurables.
Las consecuencias de esta actuación distorsionadora son evidentes, y para detectarlas solo hay que observar la metamorfosis sufrida por este documento desde el Avance, donde se recogía una propuesta de ordenación de esta ciudad bastante aceptable, que en gran medida daba respuesta a requerimientos urbanos del momento, a la vez que consolidaba el planeamiento iniciado a principios de los años ochenta, cuando los responsables municipales abordaron la tarea de reinventar esta ciudad. Este documento, entre otros aspectos, proyectó algunas actuaciones de características singulares, que son las que en definitiva estructuran a cualquier ciudad, que fueron denominadas, con el lenguaje de! momento, «actuaciones estrella», que actualmente se encuentran totalmente «estrelladas» en el sentido más estricto de la palabra, aunque algunas más que otras, lo que se traduce en un documento totalmente plano, sin ideas, carente de referentes conceptuales y formales, lo que sin lugar a dudas generará una ciudad mediocre y sin interés alguno.
Ante esta situación, para poder aspirar a una ciudad mejor debemos de instar a los actuales responsables municipales, a que tomen consciencia de que con esta aprobación de este Plan General no se ha conseguido prácticamente nada, que debe ser entendido como un punto y seguido en la escritura de la ordenación urbanística de esta ciudad, y que hay que continuar escribiéndola, pero desde otro entendimiento del planeamiento urbanístico, más ajustado a la realidad de la ciudad que queremos y necesitamos, sin tanto intervencionismo burocrático, sin tanta confrontación y mediatización política y con un mayor consenso social, lo que, dudamos se pueda llevar a cabo con el actual aparato de gestión urbanística que ha creado el Ayuntamiento de la Málaga, que sin lugar a dudas tendrá que transformar para dar respuesta a los enormes e inaplazables compromisos que Málaga debe abordar para desempeñar la función de capital de la Costa del Soi, que algún día tuvo y que no acaba de recuperar, entre otras cosas, porque su urbanismo no consigue darle el impulso necesario para convertirla en un referente necesario y para que se llegue a llenar de vida y esperanza.

* ÁNGEL ASENJO | ARQUITECTO

* SUR - Opinión - 15.09.11

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