Primero el uso, luego la rehabilitación

NORTECASTILLA/Valladolid* : La retícula urbana de Valladolid es la suma de un medievo gremial, una edad moderna tocada fugazmente por el poder de Lerma, una ilustración harinera y una contemporaneidad industrial. Sobre esta historia se cimenta el patrimonio y el urbanismo de hoy, el protagonista del debate que sostuvieron el profesor Jesús Urrea; Enrique Saiz, director de Patrimonio de la Junta; Manuel Sánchez, del Ayuntamiento; Gregorio Alarcia, de la Confederación Vallisoletana de Empresarios, y José Antonio Lobato, de la Cámara de Comercio.
Esta ciudad, «que ha vivido tradicionalmente de espaldas a algo, al río primero, luego a los canales», apunta Urrea, tiene que mantener un patrimonio, «dentro de la economía sostenible que nos toca vivir», según Saiz. Para el máximo responsable del patrimonio regional, «hay que hacer de la necesidad virtud» ya que «no es una carga, sino un recurso». Y en ese camino varias fueron las propuestas. «Es la herencia de nuestros mayores y tenemos el deber de preservarla», afirma Alarcia. «Cuando trabajamos sobre un edificio antiguo los arquitectos aprendemos de lo bien que construían antes. Pero no todo merece protección, debe haber un diálogo entre lo que hay que preservar y la mejora de la trama urbana».

Jesús Urrea señaló la confrontación histórica «entre talibanes defensores de la conservación y los bárbaros destructores, entre los que hay que hallar un punto de encuentro». A pesar del conservacionismo que puede achacarse a la autoridad académica, reconoció que «si los historiadores hiciéramos un catálogo de lo que hay que proteger, la gente se sorprendería de la lista tan restringida. No apoyamos la idea de conservar por conservar».
Urrea considera que para cualquier rehabilitación «primero hay que determinar el uso y, según este, la intervención». Como ejemplo, apuntó el Hospital Simón Ruiz, de Medina del Campo, al que propuso como «sede del archivo de la banca española, por la vinculación de los Ruiz con la banca y la letra de cambio. Además de su potencial conexión con el Archivo de Simancas», pero el guante no ha sido recogido de momento.
Manuel Sánchez reconoció las dificultades que hay para cambiar de uso edificios religiosos en aras de su conservación, como complicado resulta el mantenimiento del casco histórico si no se permiten ciertas intervenciones que ayuden a fijar población. «Estamos en plena revisión del Plan General de Ordenación Urbana y del Plan Especial del Casco Histórico. La población se ha ido del centro porque no hay aparcamientos y ahora, con la crisis, están volviendo para evitar el gasto en transporte. Necesitamos hacer aparcamientos para permitir el desarrollo del centro comercial más importante de Valladolid, su casco histórico», explicó el teniente de alcalde.
Sin embargo son las trabas legales, según Sánchez, las que han impedido la construcción de un 'parking' junto a Santa Ana o rehabilitar Villa Julia, en la calle Zúñiga. Para Sánchez, ejemplo de equilibrio entre conservación y nueva construcción es el Matadero. «Se dejó un recuerdo de la arquitectura de Madrid y se negoció con los vecinos para responder a sus necesidades. No se puede proteger al 100% todo, es contraproducente».
Enrique Saiz prefiere dar al patrimonio una visión más general, «es un recurso económico, pero no solo, también es vital porque incide en el desarrollo de las personas, en la convivencia. Cuando hablamos de patrimonio urbano lo hacemos sobre la suma de un esfuerzo colectivo, que excede lo artístico, hecho por mucha gente durante bastante tiempo». Saiz puso como ejemplo Salamanca, Segovia, Granada o Santiago de Compostela, ciudades en las que su desarrollo no solo está dirigido a atraer turismo, sino a hacer más vivible su espacio y más atractivo para iniciativas empresariales de I+D o académicas.
«Ahí es donde Valladolid puede aportar algo. Hay que equilibrar los tres palos del desarrollo económico; Por un lado, que sea apta para acoger empresas, el social -que haya buena convivencia- y medioambiental, es decir, que se dé un entorno amable. Valladolid reúne, además de patrimonio artístico, una tradición universitaria, un entorno natural, una posición estratégica central dentro de la comunidad, y todo eso debe usarse para beneficiar el desarrollo», afirma Saiz. «Está claro que no habrá una segunda oportunidad de construir tanto como hasta ahora porque no hay suelo. En el futuro hablaremos de una revisión de lo construido».
Gestión compartida
Desde el sector privado, José Antonio Lobato animó a considerar el patrimonio como fuente de riqueza que debe vincularse a una industria cultural en la que implicar a las empresas y potenciar su responsabilidad social corporativa. «Cada vez es más reconocida por los clientes y las empresas. Sería interesante crear nuevos incentivos al mecenazgo privado», camino natural que además está allanado por la crisis. «En estos tiempos en los que las arcas públicas apuntan hacia una política de austeridad, desde la Cámara animamos a buscar elementos nuevos de desarrollo y progreso; por eso vemos interesante abrir la puerta a las empresas para que se animen al mecenazgo y la gestión compartida. Desde la casa de las empresas también queremos convertir al patrimonio en una fuente de riqueza». Lobato apeló a la consideración general del patrimonio etnográfico, natural, artístico, industrial...
Enrique Saiz ejemplificó la creciente implicación cultural de las empresas en el caso de Iberdrola. «No es que ponga dinero en una intervención, es que ha dado un paso más haciéndose corresponsable del proyecto en la Raya, límite con Portugal, donde está construyendo unos saltos. Se ha convertido en patrono de la Fundación Santa María la Real desde la que se implica en el plan del románico hispanoportugués. No se trata solo de dar facilidades al mecenazgo rebajando fiscalidades, sino convertirlo en un activo de la explotación. ¿Por qué no se puede dar una concesión a un empresario para rehabilitar, convertir en negocio y explotar por ejemplo un castillo-palacio? El sano negocio de la cultura no es peyorativo, sino una oportunidad de futuro, por eso os pido a los empresario que penséis en términos de negocio cuando se habla de patrimonio».
Por su parte, Gregorio Alarcia lamenta que se acuse a los empresarios «de forrarse cuando intervienen en un edificio, cuando lo que se busca es darle un uso que es el que acabará por protegerlo».
Accesibilidad y gestión
Otra lado del poliedro patrimonial lo representan los dueños personales de edificios históricos. Jesús Urrea expuso el caso de la Casa Blanca de Medina del Campo. «Hace unos meses desde la Real Academia de la Purísima logramos un permiso para visitar la Casa Blanca, única muestra de construcción palaciega civil del XVI en Valladolid. La Junta debiera llegar a un acuerdo con la familia para que pudiera visitarse sin menoscabo del uso privado, como ocurre en los castillos franceses o ingleses».
El medio rural, en el que se asienta buena parte del patrimonio regional, afronta otras cuestiones como la accesibilidad -que determina la viabilidad de los proyectos- y la gestión con el público. «Es una pena que haya sitios que justo cuando vas a verlos un fin de semana están cerrados y no hay quién los abra», se queja Lobato.
No tiene ese problema Medina de Rioseco, que alberga junto a Medina del Campo Las Edades del Hombre, iniciativa cultural que no ha cejado de atraer visitantes en cada nueva edición reconocida por todos.
Enrique Saiz ve en Rioseco «una ciudad que conserva bastante bien sus edificios, es un enorme museo, pero a la vez tiene la dársena del canal, la fábrica de harinas, de tal manera que presenta oferta suficiente y variada para un fin de semana, y es así con o sin la exposición 'Passio'. Hay que perder la visión museística de la pieza por la pieza, que su valor particular no impida la visión de conjunto».


* Norte Castilla - 26.06.11
Foto: Valladolid, derribo fachadas Labradores (archivo) - nortecastilla.es

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